Por Rafael González Zubieta
Es casi una tradición secular, la atracción amorosa que a lo largo de la historia ha habido entre los toreros y las tonadilleras, cantantes y artistas del mundo del espectáculo. Ejemplos tenemos muchos pero baste citar los casos de Rafael “El Gallo” y Pastora Imperio, por irnos lejos, a los mas cercanos a nuestra época como los de Paquirri y La Pantoja u Ortega Cano y Rocío Jurado. Algo parecido ocurrió, nada mas acabar la guerra civil, entre el torero sevillano Juanito Belmonte Campoy y la vedette argentina Celia Gámez. Una relación que acabó siendo tormentosa, porque ella nunca vio claro que aquel apasionado y sincero romance pudiera culminar algún día en algo formal. Celia Gámez, como cualquier mujer, al final lo que mas deseaba era una boda por la Iglesia, pero tenía el problema que Juanito Belmonte era diez años mas joven que ella, y esa idea de la diferencia de edad, llegó a obsesionar tanto a la cupletista, que fue mas fuerte que el amor que sentía por el torero. La ruptura fue una medida inevitable para ella y en el fondo debió ser el remedio a un fracaso presentido.
Juanito Belmonte Campoy, fue hijo natural del mítico Juan Belmonte, y como torero tuvo su propia personalidad, llegando a brillar con luz propia dentro del escalafón. Interpretaba con gran fortuna los lances y pases afarolados, aunque su mayor personalidad la tuvo con la muleta. No fue Manolete el único novillero brillante en aquella época, pues en Sevilla, una ciudad que siempre ha sido partidaria de la rivalidad entre parejas de toreros, hacia furor la formada entre Juanito Belmonte Campoy y José Ignacio Sánchez Mejías, dos toreros con apellidos ilustres, e hijos de sus padres. La niñez del hijo natural de Juan Belmonte fue más bien triste y lamentable, pues el padre tardó muchos años en reconocerlo como hijo y en darle su apellido, y cuando lo hizo, se ocupó bien poco de él, pues lo único que hacía era entregarle a la madre treinta duros cada mes para que pagara la educación del hijo que tuvo con la sevillana Concha Campoy. “Yo fui un niño como todos los niños –llegó a declarar el torero a una revista de la época, cuando ya era un figura del toreo–. En el colegio de los Salesianos de Utrera todo el mundo sabía que era hijo de Juan Belmonte, pero yo no me llamaba Belmonte. En el mismo colegio estaban los hijos de los hermanos de mi padre, mis primos. Ellos sí eran Belmonte. Yo, solamente Juan Campoy”.
Fue Eduardo Pagés, el histórico empresario de La Maestranza, el tutor taurino de Juanito Belmonte, y quien se ocupó de lanzar la carrera profesional del hijo natural de Juan Belmonte, que tomó la alternativa el 12 de septiembre de 1938 en Salamanca, cuando se estaban librando batallas decisivas de nuestra guerra civil. Lo hizo con un cartel de campañillas: padrino Marcial Lalanda y testigo Domingo Ortega. En 1940 ya llegó a ocupar el primer lugar del escalafón por delante de Vicente Barrera, de Marcial y de Ortega. Confirmó la alternativa en Madrid conjuntamente con Manolete, de manos de Marcial como padrino y de testigo su padre Juan Belmonte como rejoneador. En 1942 toreó un mano a mano con Manolete, el 17 de septiembre en Madrid. Durante toda esta etapa en la que Manolete estuvo en su trono inexpugnable, Juanito Belmonte estuvo siempre entre los primeros del escalafón. Pero este torero vivió siempre sentimentalmente acosado por las circunstancias de su vida. Ya en su madurez llegó a confesarle al crítico taurino Vicente Zabala, con quien tenía una gran amistad: “Por culpa de mi padre, perdí parte de lo más hermoso de la trayectoria de un hombre: la niñez y la adolescencia”. Estas circunstancias tan poco felices, imprimieron cierta aceleración a su vida y a su carrera como torero que fue fulgurante y meteórica, como si quisiera en pocos años recuperar el tiempo perdido, ganando dineros y complacencias vitales. En todo caso, su retirada se produjo el 29 de agosto de 1947, en Almería, que alternó aquel día con Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” y Parrita, con toros de don Felipe Bartolomé, e influyó de manera decisiva en esta decisión, la trágica muerte de Manolete un día antes en Linares, a quien admiraba como al ídolo que era.
Uno de sus grandes desengaños en la vida fue precisamente este tropiezo sentimental al que nos hemos referido desde el principio: sus amoríos con la famosa vedette Celia Gámez, que no tuvieron el final feliz que él hubiera deseado. Celia tenía diez años más que él y era la gran figura en España de la revista y de los escenarios. Haberla conquistado, ya fue para el torero todo un éxito social, pues en aquellos momentos era una de las mujeres mas deseadas de España. Eso equivalía para Juanito Belmonte un triunfo tan grande como los que lograba en las plazas mas postineras. La verdad es que levantaba envidias entre la gente de su profesión. “Nos quisimos intensamente. Fue un amor sincero y profundo. Nunca amé tanto a un hombre”, llegó a declarar ella a una revista de modas de los años ochenta, y justificó su ruptura con el torero con estas palabras: “Nunca dejaba de pensar en los años que nos separaban. Era una idea obsesiva, que enturbiaba mi felicidad. Traté por todos los medios de alejar de mí aquel pensamiento. Era inútil. La idea volvía tenazmente, interponiéndose una y otra vez entre nosotros y era mas fuerte que mi amor”. Como ven, Celia Gámez nunca pudo superar esta circunstancia porque intuyó un futuro incierto en esa relación pues miren lo que decía: “Cuando yo esté en el ocaso, él estará aun en la flor de la vida. Y seguirá habiendo muchachas bonitas y jóvenes que serán atraídas por él. La ruptura fue una medida quirúrgica muy dolorosa, pero sinceramente creo que nos evitó a los dos sufrimientos mayores”.
Así que cada uno siguió su camino sentimental y profesional por separado. Ella cuando llegó de Argentina, no tuvo problemas para integrarse en la sociedad española, pues era hija de padres malagueños emigrados al país de la plata. Su éxito le granjeó las simpatías de todo un país, buenas amistades y un lugar distinguido en la vida social madrileña de aquellos años. Los Reyes don Alfonso y doña Victoria acudieron a verla actuar a los teatros en varias ocasiones, e incluso la invitaron una vez al Palacio de El Pardo a tomar el té, donde les interpretó un tango. Hasta su muerte conservó la perla que le regalaron los Reyes aquel día. Según cuanta el historiador Ricardo de la Cierva, Alfonso XIII también tuvo una aventura breve, pero intensa, con la entonces jovencísima Celia Gámez, aunque su primer gran amor fue Darío López, que murió en 1941 y que era bastante mayor que ella. Mantuvo otro idilio amoroso con Fernando Amboage, marqués de Amboage, que murió en combate durante la guerra civil. Con Juanito Belmonte estuvo cerca del matrimonio, pero conoció en San Sebastián al odontólogo José Manuel Goneaga y se casó con él el 1 de julio de 1944 en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid, y curiosamente, fue llevada al altar del brazo mutilado del general Millán Astray. Cosas de aquella época. Celia murió en Buenos Aires en 1992.y Juan Belmonte Campoy en Fuenterrabía, el 20 de julio de 1975. Esta es la historia de dos vidas cruzadas y de un amor imposible.
Juanito Belmonte Campoy, fue hijo natural del mítico Juan Belmonte, y como torero tuvo su propia personalidad, llegando a brillar con luz propia dentro del escalafón. Interpretaba con gran fortuna los lances y pases afarolados, aunque su mayor personalidad la tuvo con la muleta. No fue Manolete el único novillero brillante en aquella época, pues en Sevilla, una ciudad que siempre ha sido partidaria de la rivalidad entre parejas de toreros, hacia furor la formada entre Juanito Belmonte Campoy y José Ignacio Sánchez Mejías, dos toreros con apellidos ilustres, e hijos de sus padres. La niñez del hijo natural de Juan Belmonte fue más bien triste y lamentable, pues el padre tardó muchos años en reconocerlo como hijo y en darle su apellido, y cuando lo hizo, se ocupó bien poco de él, pues lo único que hacía era entregarle a la madre treinta duros cada mes para que pagara la educación del hijo que tuvo con la sevillana Concha Campoy. “Yo fui un niño como todos los niños –llegó a declarar el torero a una revista de la época, cuando ya era un figura del toreo–. En el colegio de los Salesianos de Utrera todo el mundo sabía que era hijo de Juan Belmonte, pero yo no me llamaba Belmonte. En el mismo colegio estaban los hijos de los hermanos de mi padre, mis primos. Ellos sí eran Belmonte. Yo, solamente Juan Campoy”.
Fue Eduardo Pagés, el histórico empresario de La Maestranza, el tutor taurino de Juanito Belmonte, y quien se ocupó de lanzar la carrera profesional del hijo natural de Juan Belmonte, que tomó la alternativa el 12 de septiembre de 1938 en Salamanca, cuando se estaban librando batallas decisivas de nuestra guerra civil. Lo hizo con un cartel de campañillas: padrino Marcial Lalanda y testigo Domingo Ortega. En 1940 ya llegó a ocupar el primer lugar del escalafón por delante de Vicente Barrera, de Marcial y de Ortega. Confirmó la alternativa en Madrid conjuntamente con Manolete, de manos de Marcial como padrino y de testigo su padre Juan Belmonte como rejoneador. En 1942 toreó un mano a mano con Manolete, el 17 de septiembre en Madrid. Durante toda esta etapa en la que Manolete estuvo en su trono inexpugnable, Juanito Belmonte estuvo siempre entre los primeros del escalafón. Pero este torero vivió siempre sentimentalmente acosado por las circunstancias de su vida. Ya en su madurez llegó a confesarle al crítico taurino Vicente Zabala, con quien tenía una gran amistad: “Por culpa de mi padre, perdí parte de lo más hermoso de la trayectoria de un hombre: la niñez y la adolescencia”. Estas circunstancias tan poco felices, imprimieron cierta aceleración a su vida y a su carrera como torero que fue fulgurante y meteórica, como si quisiera en pocos años recuperar el tiempo perdido, ganando dineros y complacencias vitales. En todo caso, su retirada se produjo el 29 de agosto de 1947, en Almería, que alternó aquel día con Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” y Parrita, con toros de don Felipe Bartolomé, e influyó de manera decisiva en esta decisión, la trágica muerte de Manolete un día antes en Linares, a quien admiraba como al ídolo que era.
Uno de sus grandes desengaños en la vida fue precisamente este tropiezo sentimental al que nos hemos referido desde el principio: sus amoríos con la famosa vedette Celia Gámez, que no tuvieron el final feliz que él hubiera deseado. Celia tenía diez años más que él y era la gran figura en España de la revista y de los escenarios. Haberla conquistado, ya fue para el torero todo un éxito social, pues en aquellos momentos era una de las mujeres mas deseadas de España. Eso equivalía para Juanito Belmonte un triunfo tan grande como los que lograba en las plazas mas postineras. La verdad es que levantaba envidias entre la gente de su profesión. “Nos quisimos intensamente. Fue un amor sincero y profundo. Nunca amé tanto a un hombre”, llegó a declarar ella a una revista de modas de los años ochenta, y justificó su ruptura con el torero con estas palabras: “Nunca dejaba de pensar en los años que nos separaban. Era una idea obsesiva, que enturbiaba mi felicidad. Traté por todos los medios de alejar de mí aquel pensamiento. Era inútil. La idea volvía tenazmente, interponiéndose una y otra vez entre nosotros y era mas fuerte que mi amor”. Como ven, Celia Gámez nunca pudo superar esta circunstancia porque intuyó un futuro incierto en esa relación pues miren lo que decía: “Cuando yo esté en el ocaso, él estará aun en la flor de la vida. Y seguirá habiendo muchachas bonitas y jóvenes que serán atraídas por él. La ruptura fue una medida quirúrgica muy dolorosa, pero sinceramente creo que nos evitó a los dos sufrimientos mayores”.
Así que cada uno siguió su camino sentimental y profesional por separado. Ella cuando llegó de Argentina, no tuvo problemas para integrarse en la sociedad española, pues era hija de padres malagueños emigrados al país de la plata. Su éxito le granjeó las simpatías de todo un país, buenas amistades y un lugar distinguido en la vida social madrileña de aquellos años. Los Reyes don Alfonso y doña Victoria acudieron a verla actuar a los teatros en varias ocasiones, e incluso la invitaron una vez al Palacio de El Pardo a tomar el té, donde les interpretó un tango. Hasta su muerte conservó la perla que le regalaron los Reyes aquel día. Según cuanta el historiador Ricardo de la Cierva, Alfonso XIII también tuvo una aventura breve, pero intensa, con la entonces jovencísima Celia Gámez, aunque su primer gran amor fue Darío López, que murió en 1941 y que era bastante mayor que ella. Mantuvo otro idilio amoroso con Fernando Amboage, marqués de Amboage, que murió en combate durante la guerra civil. Con Juanito Belmonte estuvo cerca del matrimonio, pero conoció en San Sebastián al odontólogo José Manuel Goneaga y se casó con él el 1 de julio de 1944 en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid, y curiosamente, fue llevada al altar del brazo mutilado del general Millán Astray. Cosas de aquella época. Celia murió en Buenos Aires en 1992.y Juan Belmonte Campoy en Fuenterrabía, el 20 de julio de 1975. Esta es la historia de dos vidas cruzadas y de un amor imposible.
Tú ahí en la brecha, "como el toro..." de Gabriel Hernández.
ResponderEliminarAcabo de dejar otro comentario en el blog de Moreno y dejo dicho cómo el de "Tendido 10" tampoco me ha publicado el mío. ¡Cómo se les ve el plumero..."
Allí me dirijo igualmente a mi amigo Zubi
gracias amigo, lo he visto en el Blog de Pilar Fuentes. Es mas de lo mismo. Ese muchacho de Tendido 10 será un estomago agradecido de Antonio Sanz Llergo. Hoy mismo voy a llamar a mi abogado para que estudie acciones legales contra el que firma ese blog para la Ley le obligue a publicar mi escrito de replica. Hay gente que se creen que esto del periodismo lo puede hacer cualquiera con toda impunidad y un blog es un medio de comunicación pero en Internet y tuiene las mismas obligaciones que si fuera prensa de papel. Aquí sigo en la brecha preparando cosas y documentandome de todo lo que ha dejado de hacer hasta el momento la Federación de Peñas Taurina de Córdoba por su afición. Estoy preparando el contrataque con toda la artilleria pesada. ya conoces ese refrán que sice: "...Si quieres conocer a Periquillo....dale un carguillo...." ¿entiendes? Así es esta sociedad
ResponderEliminarCorrijo, Rafa, el brutal e imperdonable lapsus de mi comentario anterior: al referime al conocido soneto de Miguel Hernández "como el toro...", se lo he adjudicado al nombre de GABRIEL Hernández. Esto pasa al escribir precipitadamente
ResponderEliminarPero ¡qué interesante! Felicidades
ResponderEliminarVi torear a Juanito Belmonte Campoy en la temporada que tuvo lugar en Lima, Perú, cuando se concluyó la remodelación de la Plaza de Toros de ACHO. El primer toro lidiado en la plaza remodelada lo mató el torero peruano Adolfo Rojas "El Nene", despues de una lucida faena. Las corridas se llevaron a cabo lidiándose toros de la reputada ganadería peruana "La Viña", que solian tener muy buena presencia y la mayor parte de los toros que saliero al ruedo, durante muchos años, fueron bravos,con buena presencia y usualmente sin malas intenciones. Esta famosa ganadería prácticamente desaparecio, como resultado de la Reforma Agraria, que hizo mucho daño.
ResponderEliminarJuanito Belmonte Campoy demostró en todas las corridas en que toreo que era un matador bien cuajado, elegante y con bastante sapiecia. Toreaba muy bien con la muleta en redondo y por alto, luciéndose al adornarse con vistosos pases afarolados.
Buenos días: estoy leyendo la biografía de Juan Belmonte, a punto de acabarla. Me refiero a la de Manuel Chaves. Gracias a ese libro tengo interés por conocer el significado de la j erga del toreo: ¿qué es una verónica? ¿qué es un derrote? Le agradecería si Vd. fuera tan amable de indicarme cómo puedo saber ese tipo de expresiones... y si puede ser visualmente mejor. Muchas gracias
ResponderEliminarMi correo es bbcampo@hotmail.com
SR. ZUBI, NO ME HA GUSTADO CON LA FLTA DE RESPERO Y RIGOR, DE LA QU RELATA LA HISTORIA DE LOS BELMONTES,
ResponderEliminarTENGO ENTENDIDO Y CONFIMADO QUE MARCHO A MADRID, CON LA NOVIA EMBARAZADA EN DONDE VIVIO UN TIEMPO Y EXITEN AMIGOSQUE LO PUEDEN CONFIRMAR,, LO DE RECONOCERLO, ES HARINA DE OTRO COSTAL, EMPLEADOS DE SUS FINCAS DICEN QUE LAS VISITABA CON FRECUENCIA Y ALLI TENIA SU PLATO DE COMIDA Y HABITACION.
EN CUANTO A CELI GAMEZ SE LE ESCAPA EL AMORIO CON VICENTE REY, HIJO DE EMPRESARIO DE TEATRO, QUE TEMINO PEGANDOSE UN TIRO Y CON D. ALFONSO XIII, NO FUE NI UNA NI DOS, Y SI LE CANTABA LOS TANGOS " A MEDIA LUZ" Y " SIENTO RENACER EN TI MI AMOR, AL SABER QUE VOLVERAS" ERA SU CONFIDENCIA , PORQUE LLEGO A CANTRSELO DELANTE DE LA REINA.
TERMINNDO EL TEMA, BELMONTE SIEMPRE ATENDIO A SU HIJO, Y NUNCA LO OCULTO, HAGASE CARGO DE LA EPOCA.RECTIFIQUE POR FAVOR SE LO PIDO,
MUCHAS GRACIAS Y ME GUSTARIA CONOCERLE PERSONALMENTE.