miércoles, 8 de mayo de 2013

COSAS DE LA CIRUGÍA TAURINA



Llevo una semana asistiendo al linchamiento mediático que está padeciendo el cirujano de la Plaza de la Maestranza, Dr. Octavio Mulet, y, sinceramente no puedo quedarme callado ante las opiniones malévolas de algunos plumillas y alcachoferos que, sin ningún conocimiento, están poniendo en duda la profesionalidad de los médicos de Sevilla.
Lo acontecido al matador de toros Julián López “El Juli”, desde el punto de vista quirúrgico, el lo más normal del mundo. La herida que sufrió en Sevilla, a juzgar por el parte facultativo que se emitió en su momento, fue grande, con gran destrucción de tejido muscular y afectación parcial de la vena femoral. La atención quirúrgica en primera línea fue la correcta: control del sangrado, limpieza de la herida y colocación de drenajes. Hasta ahí todo correcto. Lo que ocurre, y eso lo sabemos los que trabajamos en este campo, es que en esas heridas musculares al principio se produce una retracción del tejido y “aparentemente” dejan de sangrar. Cuando este se relaja pueden aparecer hemorragias secundarias, lo que seguramente motivó la necesidad de una segunda intervención. Además, la sangre acumulada en las cavidades es el mejor caldo de cultivo para que aparezca la infección pese al tratamiento antibiótico que se administra siempre en estos casos, máxime cuando son heridas sucias y contaminadas desde el principio. No se olvide que los síntomas de infección aparecen después del tercer o cuarto día y, a veces más. Primero se salva la vida y el miembro y después se tratan las complicaciones que puedan ir apareciendo. Hasta aquí todo normal. No olvidemos la cantidad de reintervenciones que han tenido que sufrir otros diestros, José Tomás, Padilla, etc, que por recientes, se me vienen a la memoria. Por ello no se puede poner en duda la profesionalidad de los que los atendieron en primera instancia.
El problema de la movida que se ha formado con esto viene por otro lado. La prisa. Siempre se habla de la extraordinaria capacidad de recuperación de los toreros, cosa que desde el punto de vista de los médicos es una auténtica pamema. De recuperaciones milagrosas, cuando las cornadas son serias, nada de nada. Lo que pasa es que son gente joven, sin taras biológicas y encima con prisa por parte de apoderados y adláteres para que no pierdan contratos, es decir, DINERO. Por este motivo se hacen las mayores barbaridades: torear con puntos y drenajes, hematomas extensos, vendajes y con las heridas supurando. No son súper-hombres, son sencillamente unos inconscientes. Esto no es deseable por el médico, pero la pela manda. De ahí vienen luego las recaídas, reintervenciones, secuelas, etc. no de una fallida actuación de los profesionales.
En este caso está claro que la paciencia no ha sido precisamente la cualidad del entorno del torero, D. Roberto y demás. Quizá haya habido falta de comunicación entre los médicos y los dolientes, lo dudo, pero estoy seguro que esa cavidad residual infectada hubiera sido drenada sin problema por el equipo del Dr. Mulet ó hasta por el practicante de mi pueblo. Se podían haber llevado al torero a Zaragoza ó a Houston pero la evolución de la herida invariable y estadísticamente hubiera sido la misma.
Otra cosa es que el médico de allende las tierras acepte el caso. No me cabe en la cabeza. Igual que se dijo que ambos doctores estuvieron en contacto telefónico, también se podría hacer utilizado ese medio para tranquilizar a los familiares y expresar su confianza en el que hasta ese momento era el responsable. Para pegar la "espantá" de Sevilla, y llegar a Zaragoza, que yo sepa, hay que pasar por Córdoba, Jaén, Ciudad Real, Toledo, Madrid, Guadalajara y Soria. ¿Creen Vds. que en todo ese trayecto no habrá un solo cirujano que le abra el absceso?. Esto huele a protagonismo. Cuando ha ocurrido algo así suele ser el médico (ó el gurú), el que está sano, el que se desplaza a la cabecera del enfermo, no al revés.
Lo malo de este baile es que se ha creado un terreno abonado perfecto para que ciertos profesionales de la maledicencia se empleen a gusto contra el equipo médico de la Maestranza, señores a los que no tengo el gusto de conocer, pero creo que no se les está tratando con justicia.
Celso Ortiz Sáez
Cirujano de la Plaza de Toros de Córdoba

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