Por el Zubi
Fue en los años en que triunfaban José y Juan (1915 a 1925) cuando hizo su aparición el toreo bufo o cómico, encarnado en el trío “Charlot’s, Llapisera y el botones Colomer”, en un espectáculo que adquirió en poco tiempo un inmenso interés popular, sobre todo porque sus actuaciones aportaban a la Fiesta alegría a los tendidos y espectáculo. Podría pensarse que esto fue un suceso aparentemente marginal y baladí, pero en realidad, de su auge se derivarían repercusiones psicológicas, financieras y artísticas en el toreo y en la Fiesta. Unas repercusiones que aun hoy en día no han sido debidamente analizadas ni valoradas por las Tauromaquias escritas, ni siquiera por la escrita por José María de Cossío, que no supo ver la trascendencia que tuvo este trío para la Fiesta de los Toros moderna.
Carmelo Tusquellas, fue un torerillo catalán que tuvo la ocurrencia de copiar las maneras y el atuendo de Charles Chaplin en una exhibición de toreo cómico en Barcelona. Lo vio actuar Eduardo Pagés, que era un aguililla como empresario …y llevado por su instinto comercial tuvo el acierto de unir en un mismo espectáculo el éxito de Charlot’s con otro espécimen del género llamado Rafael Dutrús “Llapisera”, que triunfaba por la región valenciana. La imagen resultante era original y simpática: Charlot´s de estatura mediana, bigotillo, sombrero hongo, traje y junquito del genial mimo del cine y Llapisera, un tipo alto, vestido de etiqueta, chistera y frac. A estos dos personajes Pagés le añadió al muchacho Colomer como botones a su servicio en la lidia, vistiendo también un impecable uniforme de botones. El impacto del trío en los ruedos, con su técnica, desparpajo y humor, fue como una bomba de éxito entre el público, de tal forma que llenaban las plazas y cosechaban triunfo tras triunfo, llenando de paso también las hasta entonces mal paradas arcas de los empresarios y del apoderado. La verdad es que este espectáculo sirvió para enjuagar los déficit empresariales de muchas Ferias, bajo la denominación de “charlotadas”. Por tanto, la cosa aunque parecía cómica resultaba muy seria. Este nuevo género de las “charlotadas”, frívolo o cómico, revolucionó en su día el mundo de los negocios taurinos, habida cuenta de que Eduardo Pagés era el empresario de las Plazas de Sevilla, San Sebastián, Bayona, Gijón, Valladolid, a la vez que “exclusivista” de las reapariciones de Belmonte y el Gallo y más tarde apoderado de Domingo Ortega.
Pero lo más interesante del estudio y análisis de este género cómico es la gran influencia que ejerció en el ambiente, en las suertes del toreo y en la apreciación del toro de las “fiestas grandes”. Y es que Charlot’s y Llapisera sabían torear pero que muy bien, con técnica, temple y conocimientos del toro. Sobre todo Rafael Dutrús “Llapisera”, especie de dibujante del toreo aplicado a la caricatura. Fue por tanto Dutrús un torero con grandes conocimientos de la técnica y de sus líneas maestras, trazadas a ratos de manera formal (sobretodo a la hora de fijar y sujetar al bicho) y a ratos con delirante humor. Y es que los toros a los que se enfrentaban estos dos toreros cómicos tenían incluso más dificultades que los que salían en las plazas para los toreros serios. Eran toros desechados y considerados ilidiables. Toros mansos, huidizos, abantos, avisados, corretones y tan grandes casi como los de las corridas serias. Su lidia era muy complicada, pero esta pareja de toreros los manejaba muy bien: a fuerza de acosarlos, de porfiarlos, de taparles la salida y de apelar a todas sus técnicas o “forzaduras” que cualquier otro toro no permite, acababan embistiendo y colaborando tonta y ciegamente a toda clase de “charlotadas”. Pero es que Charlot’s y Llapisera sabían lidiar muy bien a los mansos.
Estos dos toreros pusieron en práctica la “apertura de las suertes”. Un toreo nuevo, improvisado y “encimista” con desplantes tremendistas hasta entonces desconocidos en las plazas españolas. Pero entendamos que estos dos toreros llegan a eso a causa de la mezquindad de los toros que tenían que lidiar, circunstancia que por cierto no evitó que ambos toreros no sufrieran a veces graves percances y cornadas con las que acabaron en el hule y en un hospital. Intercaladas en sus diabluras ante los toros, algunas suertes inventadas por Llapisera pasaron por inercia y mimetismo al toreo serio: las citas con el trasero, los pases en cadena, la “chicuelina” y la “manoletina”, dos suertes estas últimas que pertenecen por derecho propio al repertorio "llapiseresco”, ya que fueron creadas por él y no por Chicuelo ni Manolete. Incluso el “salto de la rana”, que universalizara muchos años después Manuel Benítez “El Cordobés” y su a veces caminar “acunclillado” y de rodillas hacía el hocico de los toros, ya fue practicado con éxito por Llapisera. Todos los toreros calificados como tremendistas y “encimistas” (desde Arruza, Litri, Chamaco, Pedrés, Chicuelo II, Raúl Rovira, Cañitas, Cesar y Curro Girón, Platanito, Miguel Mateo “Miguelín”, hasta el Cordobés, por citar algunos...), tuvieron una deuda con Llapisera.
Los toreros cómicos Charlot’s y Llapisera además, cuando actuaban en los ruedos, tenían la precaución de prescindir del estoque de acero en sus acrobacias y evoluciones para evitar cualquier accidente no deseado. Consumadas sus faenas, al tintineo de una campanilla agitada por ambos y que sacaban del bolsillo interior de sus chaquetas, el botones Colomer les llevaba presto el estoque de verdad y recogía el “junquillo charlotesco” del que se ayudaban para realizar su faena. Una ceremonia, sin observan, idéntica a la que se realiza desde hace años en los ruedos de todo el mundo por los matadores serios, a quienes sus peones de confianza cambian el estoque de pega por el verdadero, con un ademán o señal del maestro que suple al ruido de la campanilla de Llapisera.
Rafael Dutrús y Carmelo Tusquellas consiguieron llevar a la Fiesta nuevas suertes, riqueza a las arcas de los empresarios, espectáculo a los ruedos y sobretodo carcajadas a raudales. Fueron como un soplo de aire fresco y renovador para la Fiesta de los Toros, un mérito que aun no les ha sido debidamente reconocido por la crítica y la historia. Su irrupción en la Fiesta rebasó el ámbito de las antiguas mojigangas y no fue por tanto un acontecimiento marginal ni fútil, pues vemos como el toreo serio moderno tiene muchos ingredientes en su repertorio que impusieron estos dos toreros cómicos, que sin duda fueron los mejores de todos los tiempos. Tras ellos surgieron imitadores por toda España con mas o menos éxito, pero la originalidad, el talento creador y el ingenio fue patrimonio de Charlot`s, Llapisera y el botones Colomer. Creo que el resultado de esta exposición es revelador, ...Como dejó dicho Jesucristo: a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
Carmelo Tusquellas, fue un torerillo catalán que tuvo la ocurrencia de copiar las maneras y el atuendo de Charles Chaplin en una exhibición de toreo cómico en Barcelona. Lo vio actuar Eduardo Pagés, que era un aguililla como empresario …y llevado por su instinto comercial tuvo el acierto de unir en un mismo espectáculo el éxito de Charlot’s con otro espécimen del género llamado Rafael Dutrús “Llapisera”, que triunfaba por la región valenciana. La imagen resultante era original y simpática: Charlot´s de estatura mediana, bigotillo, sombrero hongo, traje y junquito del genial mimo del cine y Llapisera, un tipo alto, vestido de etiqueta, chistera y frac. A estos dos personajes Pagés le añadió al muchacho Colomer como botones a su servicio en la lidia, vistiendo también un impecable uniforme de botones. El impacto del trío en los ruedos, con su técnica, desparpajo y humor, fue como una bomba de éxito entre el público, de tal forma que llenaban las plazas y cosechaban triunfo tras triunfo, llenando de paso también las hasta entonces mal paradas arcas de los empresarios y del apoderado. La verdad es que este espectáculo sirvió para enjuagar los déficit empresariales de muchas Ferias, bajo la denominación de “charlotadas”. Por tanto, la cosa aunque parecía cómica resultaba muy seria. Este nuevo género de las “charlotadas”, frívolo o cómico, revolucionó en su día el mundo de los negocios taurinos, habida cuenta de que Eduardo Pagés era el empresario de las Plazas de Sevilla, San Sebastián, Bayona, Gijón, Valladolid, a la vez que “exclusivista” de las reapariciones de Belmonte y el Gallo y más tarde apoderado de Domingo Ortega.
Pero lo más interesante del estudio y análisis de este género cómico es la gran influencia que ejerció en el ambiente, en las suertes del toreo y en la apreciación del toro de las “fiestas grandes”. Y es que Charlot’s y Llapisera sabían torear pero que muy bien, con técnica, temple y conocimientos del toro. Sobre todo Rafael Dutrús “Llapisera”, especie de dibujante del toreo aplicado a la caricatura. Fue por tanto Dutrús un torero con grandes conocimientos de la técnica y de sus líneas maestras, trazadas a ratos de manera formal (sobretodo a la hora de fijar y sujetar al bicho) y a ratos con delirante humor. Y es que los toros a los que se enfrentaban estos dos toreros cómicos tenían incluso más dificultades que los que salían en las plazas para los toreros serios. Eran toros desechados y considerados ilidiables. Toros mansos, huidizos, abantos, avisados, corretones y tan grandes casi como los de las corridas serias. Su lidia era muy complicada, pero esta pareja de toreros los manejaba muy bien: a fuerza de acosarlos, de porfiarlos, de taparles la salida y de apelar a todas sus técnicas o “forzaduras” que cualquier otro toro no permite, acababan embistiendo y colaborando tonta y ciegamente a toda clase de “charlotadas”. Pero es que Charlot’s y Llapisera sabían lidiar muy bien a los mansos.
Estos dos toreros pusieron en práctica la “apertura de las suertes”. Un toreo nuevo, improvisado y “encimista” con desplantes tremendistas hasta entonces desconocidos en las plazas españolas. Pero entendamos que estos dos toreros llegan a eso a causa de la mezquindad de los toros que tenían que lidiar, circunstancia que por cierto no evitó que ambos toreros no sufrieran a veces graves percances y cornadas con las que acabaron en el hule y en un hospital. Intercaladas en sus diabluras ante los toros, algunas suertes inventadas por Llapisera pasaron por inercia y mimetismo al toreo serio: las citas con el trasero, los pases en cadena, la “chicuelina” y la “manoletina”, dos suertes estas últimas que pertenecen por derecho propio al repertorio "llapiseresco”, ya que fueron creadas por él y no por Chicuelo ni Manolete. Incluso el “salto de la rana”, que universalizara muchos años después Manuel Benítez “El Cordobés” y su a veces caminar “acunclillado” y de rodillas hacía el hocico de los toros, ya fue practicado con éxito por Llapisera. Todos los toreros calificados como tremendistas y “encimistas” (desde Arruza, Litri, Chamaco, Pedrés, Chicuelo II, Raúl Rovira, Cañitas, Cesar y Curro Girón, Platanito, Miguel Mateo “Miguelín”, hasta el Cordobés, por citar algunos...), tuvieron una deuda con Llapisera.
Los toreros cómicos Charlot’s y Llapisera además, cuando actuaban en los ruedos, tenían la precaución de prescindir del estoque de acero en sus acrobacias y evoluciones para evitar cualquier accidente no deseado. Consumadas sus faenas, al tintineo de una campanilla agitada por ambos y que sacaban del bolsillo interior de sus chaquetas, el botones Colomer les llevaba presto el estoque de verdad y recogía el “junquillo charlotesco” del que se ayudaban para realizar su faena. Una ceremonia, sin observan, idéntica a la que se realiza desde hace años en los ruedos de todo el mundo por los matadores serios, a quienes sus peones de confianza cambian el estoque de pega por el verdadero, con un ademán o señal del maestro que suple al ruido de la campanilla de Llapisera.
Rafael Dutrús y Carmelo Tusquellas consiguieron llevar a la Fiesta nuevas suertes, riqueza a las arcas de los empresarios, espectáculo a los ruedos y sobretodo carcajadas a raudales. Fueron como un soplo de aire fresco y renovador para la Fiesta de los Toros, un mérito que aun no les ha sido debidamente reconocido por la crítica y la historia. Su irrupción en la Fiesta rebasó el ámbito de las antiguas mojigangas y no fue por tanto un acontecimiento marginal ni fútil, pues vemos como el toreo serio moderno tiene muchos ingredientes en su repertorio que impusieron estos dos toreros cómicos, que sin duda fueron los mejores de todos los tiempos. Tras ellos surgieron imitadores por toda España con mas o menos éxito, pero la originalidad, el talento creador y el ingenio fue patrimonio de Charlot`s, Llapisera y el botones Colomer. Creo que el resultado de esta exposición es revelador, ...Como dejó dicho Jesucristo: a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
Justicia histórica lo del Zubi una vez más. Y con esa aportación de detalles que permite que nadie le contradiga.
ResponderEliminarQuerido amigo, cuando me lanzo a escribir algun reportaje de este tipo, procuro estar muy documentado, de tal manera que no quede un cabo suelto, para que el resultado sea compacto y contundente. Es la única manera de hacer estas cosas como Dios manada. ES efectivamente interesante y revelador el reportaje que publico hoy, porque poca gente habia reparado en estas cosas. A mi me hizo buzear en este asunto Cesar Jaón, Clarito en Sus Memorias, y a partir de hay encontre todas las pautas que buscaba. UN fuerte abrazo y seguimos en contacto. EL ZUBI
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