La muerte no hace distinciones y cuando llega nuestra fecha, la “parca” entra silenciosa en nuestras casas con su guadaña, y nos arranca de cuajo a nuestra gente. Después nos acompaña en ese viaje eterno y desconocido del que, al parecer, nunca se regresa. A Matías Prats le llegó su hora y se fue en silencio, en contra de lo que era su costumbre. Todos sabíamos que estaba mal, pero es que la muerte... es algo que aunque estemos familiarizados con ella, siempre nos sorprende e impresiona cuando llega y nos arrebata a algún ser querido, y Matías es una ser querido por muchos cordobeses, y digo que es querido, porque aun no acabo de digerir su marcha. Se produjo precisamente unas horas después de que saliera la revista La Montera en la que se incluía el último capítulo de la “Historia de la Prensa Taurina en España” en el que le citaba y le mandaba mi afecto, mi cariño e inmensa admiración profesional. Seguro que no le dio tiempo de leerlo. De lo contrario me habría llamado para darme las gracias por la cita. Él era así, tenía siempre las palabras justas para todo el mundo, a cada uno las suyas. Era un tío genial. ¡Qué fatalidad!. ¡Cuánto he sentido su muerte, caray!.
Hoy quiero contarles algo, que poca gente conoce y que me ocurrió con él en Granada en el mes de junio de 1990, y que refleja la inmensa profesionalidad que tuvo. En aquellas fechas yo era el director de Canal Sur Televisión en la ciudad del palacio rojo. Tenía la costumbre de grabar con mis cámaras todas las corridas de la Feria del Corpus para mandarlas al añorado programa taurino que en mi cadena hacían con tan buen gusto Joaquín Gordillo y Andrés Dorado. Yo siempre me iba una hora antes de que comenzara el espectáculo, para colocar las cámaras y solventar cualquier eventualidad que pudiera surgir a última hora. Aquel año vi a Matías en el patio de caballos con su micrófono al hombro, hablando con picadores y banderilleros, y tomando notas como un poseso. Llevaba ya varios años jubilado y la verdad... me extrañó verlo allí en plena faena. Unos minutos más tarde se sentaba en un tendido de sombra, con su micrófono y su transmisor, muy cerca de donde me encontraba yo con mis cámaras. Me acerqué a saludarlo (estaba deseando hacerlo desde que lo vi una hora antes) y él me correspondió con un cálido abrazo. Cuando le pregunté si se acordaba de mí me respondió con una sonrisa abierta: “¡Cómo no me voy a acordar del mejor periodista de Córdoba, llamado Rafael González Zubieta, alías “El Zubi”, tormento y látigo de políticos del “rojerío” y de todos los bellacos y malandrines que circulan por la ciudad de los Califas, orgullo y honor de su patria chica Lucena, cristiana, judía y mora... tierra de guapísimas mujeres!...
Tengo que confesarles que su respuesta me dejó completamente “acojonado” (y perdónenme la expresión) por varias razones: primero por tener esa memoria tan impresionante para aportar el dato preciso en el momento oportuno, cuando hacía años que no nos veíamos. Tendría él en aquellos días unos 78 o 79 años. Y luego me dejó boquiabierto con su manera de describirme con ese verbo robusto y florido, lleno de plasticidad de generosidad, que surgió de su boca a borbotones en pocos segundos como agua de un manantial. Le conté lo que yo hacía allí en Granada y él me dijo que lo había contratado la cadena COPE para retransmitir la Feria del Corpus granadina. Un tanto imprudente le dije yo: “¿pero Matías tú no te habías jubilado ya...? e imperturbable y con la misma sonrisa me respondió: “me jubilaron en la ”erreTuveE”, pero de esta profesión sólo me puede jubilar Dios cuando me toque, querido amigo Zubi”. Desgraciadamente llegó hace poco su jubilación, pues Matías se puede decir que se ha ido como se fue Ladis Padre: “con las botas puestas”. Después me despedí de él. Le di un abrazo emocionado y sólo pude decirle:”Matías, eres un monstruo de esto”.
Comenzó la corrida y cada uno nos pusimos en lo nuestro, él hablando hasta por los codos y yo con mis cámaras viendo y anotando las vicisitudes de la corrida al compás de la grabación para retener las secuencias mas interesantes del espectáculo. De vez en cuando miraba al viejo maestro que estaba allí cerca de mí, trabajando, y me puse a reflexionar y me quedé perplejo de ver, como un periodista de su edad conservaba aun la ilusión de un principiante: cogiendo notas y ordenando sus fichas con las que ilustrar la narración de la corrida, haciendo pruebas de sonido con el técnico de la emisora y saludando a diestro y siniestro a todo el que le decía alguna cosa. Estaba claro que era un fuera de serie.
Años más tarde, cuando yo vivía ya en Sevilla y era director de los Servicios Informativos de CSTV, Matías me telefoneó un día a casa, para que le solucionara una cuestión con una colaboración que estaba haciendo en esas fechas en la televisión de Andalucía. Tenía más de 80 años y seguía en la brecha. De nuevo me dio una lección de periodismo, de profesionalidad y de humildad, pues un “Dios del Olimpo” como era él en este oficio, se dignaba a hablar con un “humilde humano” que soy yo y para pedirme un favor….y es que era sensacional ¿no creen?.
De Matías Prats podría yo decir muchas cosas y buenas. Lo que ha significado en la radio española y en el periodismo, cosas que ya estos días posteriores a su muerte, se están publicando en emisoras de radio y en periódicos. No quisiera yo ser reiterativo pues todo cuanto se dice de él es verdad. Sólo añadir que al apagarse su palabra y su poderoso verbo, se apaga la radio del siglo XX y se pasa una página en la historia de la radiodifusión española. Matías fue la radio española del siglo XX, más conocido por sus retransmisiones de fútbol, aunque más aficionado él a los Toros que al fútbol. Pero sobre todo, con su muerte lo que hemos perdimos todos fue a un buen amigo y a una persona muy entrañable y buena. Si existe Dios..., si existe Cielo..., si hay otra vida después de esta que vivimos, estoy seguro que Matías estará ya con Antonio Salmoral allá arriba, junto a todos los grandes toreros y futbolistas que él tanto ponderó. ¡Hasta que nos veamos de nuevo por ahí, Matías!
Hoy quiero contarles algo, que poca gente conoce y que me ocurrió con él en Granada en el mes de junio de 1990, y que refleja la inmensa profesionalidad que tuvo. En aquellas fechas yo era el director de Canal Sur Televisión en la ciudad del palacio rojo. Tenía la costumbre de grabar con mis cámaras todas las corridas de la Feria del Corpus para mandarlas al añorado programa taurino que en mi cadena hacían con tan buen gusto Joaquín Gordillo y Andrés Dorado. Yo siempre me iba una hora antes de que comenzara el espectáculo, para colocar las cámaras y solventar cualquier eventualidad que pudiera surgir a última hora. Aquel año vi a Matías en el patio de caballos con su micrófono al hombro, hablando con picadores y banderilleros, y tomando notas como un poseso. Llevaba ya varios años jubilado y la verdad... me extrañó verlo allí en plena faena. Unos minutos más tarde se sentaba en un tendido de sombra, con su micrófono y su transmisor, muy cerca de donde me encontraba yo con mis cámaras. Me acerqué a saludarlo (estaba deseando hacerlo desde que lo vi una hora antes) y él me correspondió con un cálido abrazo. Cuando le pregunté si se acordaba de mí me respondió con una sonrisa abierta: “¡Cómo no me voy a acordar del mejor periodista de Córdoba, llamado Rafael González Zubieta, alías “El Zubi”, tormento y látigo de políticos del “rojerío” y de todos los bellacos y malandrines que circulan por la ciudad de los Califas, orgullo y honor de su patria chica Lucena, cristiana, judía y mora... tierra de guapísimas mujeres!...
Tengo que confesarles que su respuesta me dejó completamente “acojonado” (y perdónenme la expresión) por varias razones: primero por tener esa memoria tan impresionante para aportar el dato preciso en el momento oportuno, cuando hacía años que no nos veíamos. Tendría él en aquellos días unos 78 o 79 años. Y luego me dejó boquiabierto con su manera de describirme con ese verbo robusto y florido, lleno de plasticidad de generosidad, que surgió de su boca a borbotones en pocos segundos como agua de un manantial. Le conté lo que yo hacía allí en Granada y él me dijo que lo había contratado la cadena COPE para retransmitir la Feria del Corpus granadina. Un tanto imprudente le dije yo: “¿pero Matías tú no te habías jubilado ya...? e imperturbable y con la misma sonrisa me respondió: “me jubilaron en la ”erreTuveE”, pero de esta profesión sólo me puede jubilar Dios cuando me toque, querido amigo Zubi”. Desgraciadamente llegó hace poco su jubilación, pues Matías se puede decir que se ha ido como se fue Ladis Padre: “con las botas puestas”. Después me despedí de él. Le di un abrazo emocionado y sólo pude decirle:”Matías, eres un monstruo de esto”.
Comenzó la corrida y cada uno nos pusimos en lo nuestro, él hablando hasta por los codos y yo con mis cámaras viendo y anotando las vicisitudes de la corrida al compás de la grabación para retener las secuencias mas interesantes del espectáculo. De vez en cuando miraba al viejo maestro que estaba allí cerca de mí, trabajando, y me puse a reflexionar y me quedé perplejo de ver, como un periodista de su edad conservaba aun la ilusión de un principiante: cogiendo notas y ordenando sus fichas con las que ilustrar la narración de la corrida, haciendo pruebas de sonido con el técnico de la emisora y saludando a diestro y siniestro a todo el que le decía alguna cosa. Estaba claro que era un fuera de serie.
Años más tarde, cuando yo vivía ya en Sevilla y era director de los Servicios Informativos de CSTV, Matías me telefoneó un día a casa, para que le solucionara una cuestión con una colaboración que estaba haciendo en esas fechas en la televisión de Andalucía. Tenía más de 80 años y seguía en la brecha. De nuevo me dio una lección de periodismo, de profesionalidad y de humildad, pues un “Dios del Olimpo” como era él en este oficio, se dignaba a hablar con un “humilde humano” que soy yo y para pedirme un favor….y es que era sensacional ¿no creen?.
De Matías Prats podría yo decir muchas cosas y buenas. Lo que ha significado en la radio española y en el periodismo, cosas que ya estos días posteriores a su muerte, se están publicando en emisoras de radio y en periódicos. No quisiera yo ser reiterativo pues todo cuanto se dice de él es verdad. Sólo añadir que al apagarse su palabra y su poderoso verbo, se apaga la radio del siglo XX y se pasa una página en la historia de la radiodifusión española. Matías fue la radio española del siglo XX, más conocido por sus retransmisiones de fútbol, aunque más aficionado él a los Toros que al fútbol. Pero sobre todo, con su muerte lo que hemos perdimos todos fue a un buen amigo y a una persona muy entrañable y buena. Si existe Dios..., si existe Cielo..., si hay otra vida después de esta que vivimos, estoy seguro que Matías estará ya con Antonio Salmoral allá arriba, junto a todos los grandes toreros y futbolistas que él tanto ponderó. ¡Hasta que nos veamos de nuevo por ahí, Matías!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opine con toda libertad pero por favor....si me va a dejar un insulto le ruego que se ahorre el trabajo pues el mensaje no lo vera nadie, ya que inmediatamente lo elimino. Gracias por visitar mi blog.