El cartel mas rematado de la feria no defraudó. Si lo hicieron los toros que estuvieron aceptablemente presentados pero flojos en general Los mejores tercero y sexto y los peores segundo y cuarto. El que acabó con el cuadro fue Manzanares. En estado de gracia puro, toreo con un temple y una sensibilidad que hacía años que no se recordaba en Los Califas un toreo tan exquisito. Al día de hoy es indiscutible su bellísimo concepto del toreo. La plaza se le rindió puesta de pie con una atronadora ovación, tras llevarse en el esportón cuatro orejas. Ponce, maestro de maestros, tuvo un lote soso y medido de fuerzas. El hombre estuvo ahí. Morante, que pechó con el peor lote, se calentó un poco en el quinto tras el triunfo incontestable de su compañero y quiso hacer de todo. por lo menos se entregó. Las cuadrillas guardaron un minuto de silencio por los ganaderos fallecidos. Casi se llena la plaza.
Por FIDEL NÚÑEZ.
Con casi lleno en los tendidos se ha lidiado el cuarto festejo de abono con toros de Juan Pedro Domecq bien presentados y de juego desigual con dos toros muy buenos como fueron el tercero y el sexto. Comenzó la corrida con un minuto de silencio tras el paseíllo por la trágica muerte del ganadero Luis Núñez y su hijo y también por Juan Pedro Domecq. El primer toro correspondió al maestro de Chiva Enrique Ponce (grana y oro) que ante un toro noble pero de nula transmisión y raza supo sacarle alguna tanda meritoria por la derecha a base de suavidad como sólo él sabe. Tras un pinchazo hondo el toro se echó. Su labor fue premiada con una ovación desde el tercio. El toro fue pitado en el arrastre.
El segundo cornúpeta le tocó en surte al genio Morante de la Puebla (verde oliva y oro) que recibió bien a su enemigo a la verónica. Recibió poco castigo en varas, tónica habitual de la feria. No se empleó mucho en la muleta ni el toro ni el torero y lo finiquitó dos pinchazos y media. El toro también fue pitado en el arrastre.
El tercer toro de la tarde fue sin duda el mejor toro del encierro desde salida y cayó en las manos de un torero en estado de gracia como es el alicantino José María Manzanares (azul cielo y oro) que está llamado a marcar una época en el toreo. Se desmonteró Curro Javier. Ya en la muleta volvió el ARTE CON MAYÚSCULA al albero de Los Califas. Se fue a los medios y sin probaturas empezó su faena de muleta cuajando tandas de ensueño largas, que digo largas larguísimas con la derecha y rematadas con los de pecho llevados de pitón a rabo. Y entre tanda y tanda sus tiempos al toro para que recuperará. Con el izquierdo lo mismo. No se puede tener más arte. Mató de nuevo en los medios una vez más y recibiendo y volvió a reventar al toro. No se puede matar mejor a un toro y las dos orejas fueron a parar a su esportón sin discusión. Clamorosa vuelta al ruedo al son de ese gran pasodoble como es Manolete que pone el bello de punta.
El cuarto ejemplar fue un jabonero que no permitió el lucimiento a Ponce. Toro imposible por ambos pitones y el valenciano dando la cara como siempre. Mató de pinchazo hondo y dos descabellos. Fuerte ovación como premio a su disposición.
El quinto toro fue recibido con grandes verónicas del genio sevillano y remato con una excelente media la mejor de la feria hasta el momento. Lo sorprendente llegó en la muleta cuando ante un toro que no tenía un pase se puso el traje de pelea y sacó algún muletazo de buen trazo. Muy voluntarioso y gran actitud de Morante esta vez en Córdoba. Mató de pinchazo hondo y descabello, pero ojo el descabello más artístico que nunca haya visto con la rodilla semiflexionada. Muy bueno y certero. El público lo premió con una merecida fuerte ovación. Que pena no haberlo visto con un buen toro a este torero.
El sexto toro fue otro gran ejemplar que ya de salida hizo cosas muy buenas. Lo recibió con buenas verónicas y una revolera. A destacar aquí esa gran cuadrilla la mejor del momento. Tanto el picador Barroso que lo dosificó mucho en varas y llegaron las banderillas donde sentí una emoción impresionante. Cumbre esos tres hombres de plata Curro Javier, Bláquez y Juan José Trujillo. Soberbio... me puse en pie. No se puede ejecutar mejor este tercio de banderillas y de lidia perfecta con sólo dos capotazos. Y a partir de ahí volvió a surgir el toreo profundo y estético metiendo la cintura como nadie y con mucha armonía y temple por la derecha y llegó un cambio de manos espectacular. Por la izquierda el toro no iba. Volvió a matar en los medios. Dos orejas fueron a parar a sus manos quizás con una hubiera sido suficiente pero no importa porque la obra ahí quedó.
Por FIDEL NÚÑEZ.
Con casi lleno en los tendidos se ha lidiado el cuarto festejo de abono con toros de Juan Pedro Domecq bien presentados y de juego desigual con dos toros muy buenos como fueron el tercero y el sexto. Comenzó la corrida con un minuto de silencio tras el paseíllo por la trágica muerte del ganadero Luis Núñez y su hijo y también por Juan Pedro Domecq. El primer toro correspondió al maestro de Chiva Enrique Ponce (grana y oro) que ante un toro noble pero de nula transmisión y raza supo sacarle alguna tanda meritoria por la derecha a base de suavidad como sólo él sabe. Tras un pinchazo hondo el toro se echó. Su labor fue premiada con una ovación desde el tercio. El toro fue pitado en el arrastre.
El segundo cornúpeta le tocó en surte al genio Morante de la Puebla (verde oliva y oro) que recibió bien a su enemigo a la verónica. Recibió poco castigo en varas, tónica habitual de la feria. No se empleó mucho en la muleta ni el toro ni el torero y lo finiquitó dos pinchazos y media. El toro también fue pitado en el arrastre.
El tercer toro de la tarde fue sin duda el mejor toro del encierro desde salida y cayó en las manos de un torero en estado de gracia como es el alicantino José María Manzanares (azul cielo y oro) que está llamado a marcar una época en el toreo. Se desmonteró Curro Javier. Ya en la muleta volvió el ARTE CON MAYÚSCULA al albero de Los Califas. Se fue a los medios y sin probaturas empezó su faena de muleta cuajando tandas de ensueño largas, que digo largas larguísimas con la derecha y rematadas con los de pecho llevados de pitón a rabo. Y entre tanda y tanda sus tiempos al toro para que recuperará. Con el izquierdo lo mismo. No se puede tener más arte. Mató de nuevo en los medios una vez más y recibiendo y volvió a reventar al toro. No se puede matar mejor a un toro y las dos orejas fueron a parar a su esportón sin discusión. Clamorosa vuelta al ruedo al son de ese gran pasodoble como es Manolete que pone el bello de punta.
El cuarto ejemplar fue un jabonero que no permitió el lucimiento a Ponce. Toro imposible por ambos pitones y el valenciano dando la cara como siempre. Mató de pinchazo hondo y dos descabellos. Fuerte ovación como premio a su disposición.
El quinto toro fue recibido con grandes verónicas del genio sevillano y remato con una excelente media la mejor de la feria hasta el momento. Lo sorprendente llegó en la muleta cuando ante un toro que no tenía un pase se puso el traje de pelea y sacó algún muletazo de buen trazo. Muy voluntarioso y gran actitud de Morante esta vez en Córdoba. Mató de pinchazo hondo y descabello, pero ojo el descabello más artístico que nunca haya visto con la rodilla semiflexionada. Muy bueno y certero. El público lo premió con una merecida fuerte ovación. Que pena no haberlo visto con un buen toro a este torero.
El sexto toro fue otro gran ejemplar que ya de salida hizo cosas muy buenas. Lo recibió con buenas verónicas y una revolera. A destacar aquí esa gran cuadrilla la mejor del momento. Tanto el picador Barroso que lo dosificó mucho en varas y llegaron las banderillas donde sentí una emoción impresionante. Cumbre esos tres hombres de plata Curro Javier, Bláquez y Juan José Trujillo. Soberbio... me puse en pie. No se puede ejecutar mejor este tercio de banderillas y de lidia perfecta con sólo dos capotazos. Y a partir de ahí volvió a surgir el toreo profundo y estético metiendo la cintura como nadie y con mucha armonía y temple por la derecha y llegó un cambio de manos espectacular. Por la izquierda el toro no iba. Volvió a matar en los medios. Dos orejas fueron a parar a sus manos quizás con una hubiera sido suficiente pero no importa porque la obra ahí quedó.
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