Por El Zubi
Uno de los principales legados que nos dejó Francisco Montes Reina “Paquiro”, además de ordenar la lidia en tres tercios e instaurar el “paseíllo”, fue el “traje de luces” y el tocado de los toreros, la “montera” así llamada por el apellido Montes del torero de Chiclana (1805-1851). En su afán por elevar el rango social de los toreros de a pie diseño de nuevo su indumentaria sentando las bases de lo que hoy es el atuendo de los toreros.
Los toreros anteriores a él (Pedro Romero, Pepe-Hillo y Costillares) usaban redecilla y peineta, y antes que estos se usaba un chambergo de alas anchas, utilizado en muchas ocasiones como muleta a la hora de estoquear al toro. Tanto el chambergo como la capa larga, fueron prohibidos en 1766 por aquel odiado ministro de Carlos III llamado Esquilache, que provocó un violento motín que le costó su destitución en el cargo. La capa se recortó y más tarde, bajo el mandato del ministro Floridablanca, el chambergo fue definitivamente sustituido, primero por el sombrero de medio queso y más tarde por el de dos picos o “de candil”, ascendiente inmediato de la “montera”. Tras los ensayos citados en el tocado de la testa de los toreros Paquiro introduce definitivamente la “montera” hacia 1835 aproximadamente. Desde entonces a nuestros días, este “sombrero taurino” tan peculiar no ha cambiado en lo sustancial, aunque si ha tenido una evolución continua sujeta a las modas reinantes de cada época. Lo sustantivo de la “montera” es que está adornada por cordonería y pasamanería negra, rematada a cada lado con una borla o macho, cuya forma y dimensiones han variado mucho con el paso de los años como se dijo antes.
A Paquiro hay que considerarlo también como el inventor del “traje de luces”, por ser el primero que incorpora pedrería y lentejuelas al vestido de torero, que ya Costillares dotó de galón de plata y después Curro Guillen y Sentimientos de bordados de oro. Francisco Montes “Paquiro” suplió la tradicional tela de gusanillo por la seda, y agrandó el tamaño y barroquismo de las hombreras y así enriqueció la vistosidad del “traje de luces”, agregando las borlas o machos, los alamares y los caireles. Acortó de manera notable la chaquetilla, de tal forma que puesta asome dos dedos de la faja, y sustituyó definitivamente el antiguo cinturón de cuero por la faja.
Poco ha variado el vestido de torear desde entonces a nuestros días, salvo los leves vaivenes propios de la moda y en lo referente a técnica textil e incorporaciones de nuevos materiales, como la sustitución del cartón por el plástico en el armazón de las chaquetillas. Impuso las camisas blancas con bordados, debajo de la chaquetilla y la gran corbata o pañuelo de antes por el corbatín que aún impera.
Esta modificación de la indumentaria que lleva a cabo Paquiro, fue sin duda un intento de elevar el rango social del lidiador, pues la utilización del hilo de oro y la llamativa pedrería en los bordados del “traje de luces”, supone para los toreros una distinción. Hay por tanto un afán de equiparar a los toreros con los representantes de los grupos sociales más elevados, gentes de la aristocracia y la nobleza, los únicos que en esas fechas (1840) podían disfrutar del privilegio de unos vestidos lujosos y distinguidos respecto a otros grupos sociales.
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