CUANDO LA SANGRE CORRIO POR LAS CALLES Y LOS RUEDOS
Desde los primeros días de enero de 1931, andaba el Rey Alfonso XIII más que preocupado por las continuas revueltas callejeras y el aumento del republicanismo en toda España desde hacía mas de un año. En Barcelona, a mediados de enero, Campanys y sus compañeros izaron la bandera republicana. Maciá, desde la Diputación, proclamó la República Catalana como Estado Integrante de la Federación Ibérica. Se corrió la voz por todo el país de que la única salida que tenía el Rey era el destierro. En el domicilio madrileño del doctor Marañón en la calle Serrano 43, se celebró el 14 de enero a las dos y cinco minutos de la tarde, la histórica entrevista del conde de Romanones con don Niceto Alcalá Zamora que puso una condición para que no hubiera derramamiento de sangre en España: “Que el Rey salga de España y emprenda viaje antes de que se ponga el sol”. El Rey fue informado de la propuesta de don Niceto, rodeado de militares leales al trono y dispuestos a tomar las armas, dijo con voz serena y grave: “No quiero resistir. Por mí no se verterá ni una gota de sangre. Si el bienestar de España exige que me vaya, lo haré sin vacilaciones. Resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar un compatriota contra otro, en fraticida guerra civil”. Aquel 14 de abril a las ocho de la tarde Alfonso XIII marcha por carretera durante ocho horas hasta Cartagena donde embarcará rumbo a Francia. Se marcha ligero de equipaje: un crucifijo y una bandera española plegada en la maleta. En las calles de Madrid el entusiasmo y el alboroto son indescriptibles. Se produce un intento de asalto al Palacio Real, donde la reina y sus hijos esperan el momento de salir de España. Las masas cantaban La Marsellesa y el Himno de Riego. Los guardias de las garitas se ven desbordados y la seguridad de la familia real corre peligro, tanto, que un escuadrón de la Guardia Real se dispuso a cargar contra los manifestantes, hasta que un parlamentario del pueblo convenció a las masas enfurecidas a renunciar al asalto.
Ahí comenzó la República, una época llena de convulsiones y tensiones políticas que unos años más tarde desembocarían en la guerra civil. Transcurre entre los años 1930 a 1940. Los dos toreros más representativos de esta época fueron Domingo Ortega y Manolo Bienvenida. El toro cuatreño de Joselito y Belmonte va hacia arriba en edad y trapío para neutralizar así la muralla de algodón y guata con que se ha protegido al caballo. Como dato significativo recordar que la Plaza Monumental de Madrid se inauguró el año 1931 en una conmemoración más del advenimiento de la República. Se volvió a reinaugurar en 1934 a “beneficio de los obreros parados”. Las dos inauguraciones tuvieron mucho que ver con los acontecimientos políticos del país. Toros y política van a vivir su más estrecho maridaje. Estamos ya metidos de lleno en el ambiente enrarecido del país con una clara e inmediata proyección sobre el espectáculo más español: los toros.
En esta corta etapa de la II República vemos claramente tres breves períodos: el advenimiento de esta, el acceso al poder de los lerrouxistas y cedistas en 1934 y el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, acabando en 1940 con la proclamación del régimen de Franco. Si la primera etapa estuvo presidida por la efervescencia de la proclamación sin una influencia específica sobre el espectáculo taurino, las otras dos etapas, por el contrario le afectaron directamente con mayor o menor intensidad según el devenir de los sucesos. El intenso malestar en la calle llegaba a los lugares más insospechados de la sociedad española. La profunda división de la sociedad española se reflejaba ya en las plazas de toros de una manera más que evidente. Por ejemplo el 29 de septiembre de 1935, había ya demasiada tensión política. Aquel día a Curro Caro se le concedieron dos orejas y el rabo, Nicanor Villalta que alternaba con Curro brindó su toro a la sombra y Fernando Domínguez, al sol. El público consideró que ambos brindis tenían alguna relación con los que ocupaban esas localidades, como si unos fueran de derechas y otros de izquierdas. Es verdad que siempre tuvieron más valor los pañuelos de “sombra” que los de “sol”.
¿Qué toreros eran los que en aquel 1931, año de una incipiente y deseada República, triunfaban en España?. Pues fíjense ustedes que en la inauguración de Las Ventas hicieron el paseíllo Diego Mezquieran “Fortuna”, Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Fausto Barajas, Luis Fuentes Bejarano, Vicente Barrera , Armillita Chico y Manolo Bienvenida. Presidió don Pedro Rico asesorado por los ex matadores Rafael Guerra “Guerrita”, Antonio Fuentes, Guerrito, Bombita, Machaquito, Vicente Pastor, Bienvenida “el Papa Negro” y Serafín Vigiola “Torquito”. Los primeros en escalafón al terminar la temporada de 1931 son: Domingo Ortega, con 93 corridas toreadas; Manolo Bienvenida con 84; Vicente Barrera con 70 y Marcial Lalanda con 68. En una discreta segunda fila están: Vicente Barrera, Cagancho, los mexicanos Jesús Solórzano y Armillita Chico. Apretando desde abajo viene Pepe Bienvenida.
En los últimos meses de 1931 crece la delincuencia callejera en todo el país. Así como los plantes de presos en las cárceles, las agresiones a sacerdotes y personas de orden. Se declara el Comunismo Libertario en la provincia de Badajoz, en Castilblanco concretamente, donde fueron asesinados cuatro Guardias Civiles en una emboscada a manos de las turbas armadas de hoces, cuchillos y garrotes, siendo rematados con saña por hombres y mujeres del pueblo. Es el año en que empieza a sonar en la política Margarita Nelken Mausberger que sólo iba a las plazas de toros a dar mítines políticos. La Fiesta le importaba poco, lo mismo que a don Manuel Azaña, que decía en sus Memorias que los toros le “aburrían solemnemente”. La Nelken junto a Victoria Kent y Clara Campoamor fueron tremendas feministas y las primeras mujeres diputadas en las Cortes de la República, cuya Constitución aprobada el 1 de diciembre de 1931 permitiría por primera vez en España el sufragio universal para las mujeres.
Trascurre el tiempo y las tensiones políticas van en aumento mientras que los toreros van a su son, que es torear entre tumultos y tensiones. El 10 de agosto de 1932 tiene lugar la sublevación (fracasada por cierto) del general Sanjurjo que se proclama Capitán General de Sevilla. La sublevación agosteña triunfa en Sevilla, pero no prospera en el resto de España. El general Sanjurjo acepta muy sereno, los hechos consumados, pero comienza a preparar la sublevación siguiente, que Franco, entre otros, le recomienda dejar para un momento más apropiado. El 2 de septiembre, el presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora inaugura la nueva plaza de toros de su ciudad natal Priego de Córdoba, con un mano a mano entre las dos máximas figuras del momento: Domingo Ortega y Manolo Bienvenida (la plaza vieja se inauguró el 7 de agosto de 1892, con un mano a mano entre Lagartijo y Rafael Bejarano “Torerito”). Son los años en que el genial artista Carlos Ruano Llopis instaura su modelo de cartel taurino con tal arraigo que llegará hasta la actualidad intacto. Tienen lugar los sangrientos sucesos de Arnedo, en la Rioja. El separatismo se extiende como mancha de aceite por Cataluña, Vascongadas y Galicia. En las manifestaciones se gritaba ya con claridad:”¡Muera España”! . El empresario don Eduardo Pagés, gerente de la Plaza de Madrid ya tiene amarrados los contratos de Domingo Ortega, Manolo Bienvenida, Vicente Barrera y Marcial Lalanda, los cuatro puntales en que se sustentaba la Fiesta. Pagés anuncia la presentación del mexicano Lorenzo Garza que goza en aquellos días de un gran cartel.
En el año 1933 don Manuel Azaña asiste el 13 de junio a la corrida de la Prensa, con un cartel compuesto por los rejoneadores Antonio Cañero y Joselito El Algabeño. A pie lidian Ortega y Armillita en mano a mano seis astados de doña Carmen de Federico. Azaña se marcha a mitad del espectáculo. Aquel día escribe en su diario: Por la tarde he ido a los toros: Corrida de la Prensa. Hacía mucho tiempo que no iba a la plaza. He comprobado que los toros no me gustan, ni siquiera me entretienen. Antes de acabarse la corrida, me marché al Congreso”... En todo caso, 1933 comenzó mal. El 11 de enero la CNT convoca una huelga general salvaje. Algunos pueblos la llevaron hasta sus últimas consecuencias declarando el Comunismo Libertario, como es el caso de la aldea gaditana de Casas Viejas, cuyos episodios sangrientos han pasado a la historia de España como una mancha imborrable, tanto que hubo que cambiarle el nombre a la localidad y llamarle Benalup de Sidonia. Con un total de 234 corridas de toros se dieron por contentos los españoles de 1933. Para el recuerdo quedan las tardes brillantes de la competencia, mano a mano, entre Manolo y Pepe Bienvenida. A su vez se celebraron 730 novilladas, lo que da idea de la vitalidad de la afición en toda España en tiempos de la República.
El 3 de septiembre cae el tercer gobierno de Azaña, debido a la crisis económica, el auge del anarcosindicalismo, la violencia social y el descontento tanto en las izquierdas como en las derechas, sin olvidar algo muy importante el aborrecimiento recíproco que se profesaban don Niceto y don Manuel, presidente y primer ministro respectivamente. El 2 de septiembre Lerroux forma un nuevo gobierno integrado por seis partidos políticos. El 29 de octubre de 1933 en el teatro madrileño de la Comedia, José Antonio Primo de Rivera funda Falange Española. Ernesto Hemingway publica “Muerte en la tarde” y Juan Belmonte se encarga unos trajes de luces para reaparecer y participa este año en 34 corridas. Regresa a España, después de estar cinco años viajando por América Rafael El Gallo. Su llegada sirve para neutralizar las diferencias políticas en Madrid, donde reaparece el 3 de mayo: en la plaza se lió un fuerte escándalo pues el Divino Calvo no pudo estar peor. La afición decía que estaba acabado, pero nada mas lejos de la realidad. El Gallo la lía en Sevilla, en Valencia y en Granada, aunque en Córdoba... volvió a dar la “espantá”. Por estos meses muere en Sierra Morena, cercado por las fuerzas del orden, el último y famoso bandido Juan Mingoya Gallardo, de apodo “Pasos Largos”. En numerosas plazas españolas deslumbra por su técnica, su garbo, valor y arte la torera madrileña Juanita Cruz, la mejor y más profesional de todas las toreras.
El año 1934 estuvo marcado por la cantidad de sangre que se vertió en las calles de España y por la sangre vertida también en los ruedos por los toreros. En Zaragoza unos pistoleros de izquierdas matan al estudiante del S.E.U. Manuel Baselga. En Madrid un mes mas tarde muere asesinado el estudiante de Medicina y afiliado a Falange, Matías Montero. En el mes de octubre ocurre la famosa “Revolución de Asturias” que para muchos españoles fue el verdadero inicio de la guerra civil. El recuento de víctimas en las 26 provincias y en Asturias alcanzó los 1.400 muertos. En los ruedos también corre la sangre a raudales: muchas cogidas graves y algunas mortales. En Madrid la del novillero Ricardo Torres, la de Valerito II en Toledo. En Almería cae José López Iguiño, Manuel Pérez “Vito” (hijo), Manuel Franco y Manuel Villasancho. También heridos de gravedad el matador Antonio García “Maravilla” y los novilleros Daniel Obón Laporta y Basilio Martínez “Niño de Valencia”. De todos los percances ocurridos en las plazas de toros, el más sentido, por famoso y literario, fue el ocurrido en Manzanares el 11 de agosto al mítico Ignacio Sánchez Mejías, que había reaparecido el 15 de julio en Cádiz, más viejo, más calvo y más arrogante, torero y valiente que nunca. Aquella que lidió el 11 de agosto fue su última corrida de toros: el toro Granadino, de Ayala origen Melgarejo, negro bragao y bizco del pitón derecho, le segó la vida. Aquel día alternaban con él Alfredo Corrochano y el maestro mexicano Armillita, que quedaron consternados por la muerte del sevillano.Ç
En 1935 ocurren dos hechos relacionados con la Fiesta que anunciaban la gran convulsión social que se avecinaba. Fueron protagonizados por Victoriano Roger Serrano “Valencia II”, en Madrid y a José García “el Algabeño” en Málaga, toreros ambos marchosos y simpáticos morirían violentamente años mas tarde recién empezada la guerra civil y no precisamente en los ruedos. A Valencia II le ocurrió que tuvo un percance con un taxista de Madrid, seguramente por algunas palabras habidas entre los dos por alguna diferencia de criterio durante el servicio de transporte que le daba el taxista. El torero no dio mas importancia al hecho, pero el taxista dio parte del hecho a sus compañeros del gremio y buscaron la oportunidad para declararle el boicot al “señorito torero” como lo llamaron en las octavillas lanzadas por todo Madrid. La oportunidad vino en su primera actuación en la capital de España, pues los taxistas declararon una huelga de brazos caídos la tarde en que Victoriano actuaba. El público recibió al torero en la plaza con una cerrada ovación que se repitió varias veces a lo largo de la lidia, actitud que emocionó al torero y que agradeció con lágrimas en los ojos a los aficionados. A partir de la huelga de los taxistas, las izquierdas le consideraron ya un enemigo del pueblo, a él que era hijo de un modestísimo banderillero valenciano.
El otro caso fue el de José García “el Algabeño”, nacido de buena cuna había tenido, como patrono que era, enfrentamientos con los líderes obreristas del campo. Aquello le proporcionó una gran animadversión de ácratas y socialistas, que al no atreverse a agredirle en su tierra Sevilla, lo hicieron en Málaga, cuando la tarde del 11 de marzo el rejoneador regresaba de la Malagueta al hotel y en el barrio de la Caleta, Pepe “el Algabeño” cayó abatido a tiros de pistola con graves heridas que tardaron en curar. Este atentado tuvo una repercusión gravísima en la sociedad española que veía como ya no se respetaba ni a los toreros. El innegable acento político que presidía la temporada se vio agravado por el pleito de los criadores de toros, agudizado con el fracaso de la libre contratación ganaderil autorizada poco antes de ser modificado en este sentido el Reglamento entonces vigente. El pleito entre ganaderos y empresarios no se solucionaría hasta 1939, cuando la cabaña estaba totalmente esquilmada por la guerra y la hambruna. Otro problema que se suscitó en este año fue el pleito con los toreros mexicanos (se llamó “el pleito mejicano”), que ponía cortapisas al número de diestros aztecas que podían torear en España cada temporada. Los diestros aztecas, para torear tenían que presentar sus cartas de trabajo. Ante esta situación, México reaccionó pagando a España con la misma moneda.
La República y los españoles de orden sufren en 1935 por culpa del pistolerismo y sus consecuencias. La inseguridad ciudadana y los crímenes se multiplican. Todo el mundo se hacía la misma pregunta: ¿Quién manda aquí? Domingo Ortega es en este año el “número uno”, a pesar del grave percance de Salamanca el 13 de septiembre, que le hizo torear ese año sólo 56 tardes. Manolo Bienvenida está en la cumbre de su carrera. Ha toreado 64 tardes, siempre en las principales plazas: arte sevillano a raudales, gracia, gallardía, variedad de repertorio, seguro lidiador en los tres tercios. Es insuperable con las banderillas, mientras lo permitía su hermano Pepe. Vicente Barrera entristece a los aficionados anunciando su retirada, mientras Marcial Lalanda ha toreado 43 tardes. Su actitud en los ruedos es, como en la política, conservadora. Victoriano de la Serna está en la mitad del escalafón. Juan Belmonte está por encima del bien y del mal. Todos lo respetan, hasta los anarcosindicalistas, pues todo su patrimonio lo sacó de la nada jugándose la vida. Juan resume en una pieza lo clásico, lo romántico y la libertad creativa del artista. En Castellón Rafael El Gallo doctora al mexicano El Soldado y en Valencia toma la alternativa Luis Díaz “Madrileñito” de manos de José Roger “Valencia II”. Entre los novilleros destacan los jóvenes Juanito Belmonte Campoy y José Ignacio Sánchez Mejías. También suena Rafael Ortega Gómez Gallito, sobrino de los Gallo.
Así llegamos a 1936: la guerra civil se huele en el ambiente y además es inevitable. En los primeros meses del año los hermanos Bienvenida se entrenan en el campo en Salamanca, en la finca de Alipio Pérez Tabernero y Sanchón, que años mas tarde sería fusilado. Allí se enteran del triunfo electoral del Frente Popular. En las ciudades y en las fincas rurales, los agitadores y los agitados hervían de ganas por destruir propiedades, quemar edificios y matar personas. En todos los corrillos de bares, tertulias y reboticas de toda España se hablaba de guerra civil en ciernes. Ahora ya parecía inminente. Era un caballo desbocado que ya no había quien lo pudiese parar.
(Continúa mañana)
Señor Gonzalez " Zubi" Gracias por su informacion tan amena. Saludos desde Valencia Pasco ( Sillero)
ResponderEliminarGracias a ti amigo Paco, por leerme y seguir mi blog. Esta serie de la Guerra Civil y los Toros tendrá ocho capítulos e irá muy ilustrada. Espero que te guste. Un abrazo
ResponderEliminarEstimado Zubi: Me he enterado, a través del blog de nuestra común amiga Pasifae, de su conferencia sobre los toros en la Guerra Civil Española. Le decía que este es un asunto sobre cuya historia desearía conocer más porque amalgama dos temas que me apasionan hondamente.
ResponderEliminarNo se de donde, pero tenía vagas referencias de un libro con tal título y que he buscado desde hace años por todos lados, sin éxito.
El magnífico texto con que usted nos regala aquí, es ese libro y usted lo había publicado antes?
Por lo pronto le expreso mi admiración y reconocimiento y le envio un abrazo.
Enseguida me doy de alta entre sus seguidores...y luego, a disfrutar la lectura y a esperar las siguientes entregas.
Caray, qué agradable sorpresa...Gracias, Zubi!
Gracias por su comentario amigo Armando. Este tema de la Guerra Civil y los Toros lo he comenzado a publicar en mi blog y consta de siete capítulos mas, en los que se irá desgrananado todos los aspectos de esta cruel contienda que tanto daño hizo a España y que nunca tuvo que suceder. Si usted desea que le proporcione toda la bibliografia que yo conozco sobre este tema yo encantado se la daria a conocer. Solo tendría que dirigirse a mi a traves de mi correo electrónico y yio se la daria. No, yo no soy el autor de ese libro que usted menciona. El autor fue Fernando Claramunt y el titulo es "República, Guerra Civil y toros", que usted puede encontrar en cualquiere buena libreria española. Si desea mas información sobre el tema le ruego que se dirija a mi persdonalmente. Un Cordial saludo
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