lunes, 3 de mayo de 2010

ANTROPOLOGIA DE LA FIESTA Y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA HISPANICA (Capitulo VII y último)


Por El Zubi
Aun más curioso es el hecho de que los tres tercios de la lidia y sus distintas suertes tienen su plasmación lingüística  en la relación entre el hombre y la mujer. Desde que el toro sale a la plaza o desde que comienza una relación amorosa, hay un lenguaje paralelo “toro-mujer” y esto se ve en frases tan divertidas como estas: “la chica embiste con clase” o “acude bien a los engaños” ,“se deja torear con nobleza y humillando”. Se suele decir de una mujer difícil que “hay que llevarla muy bien toreada”. Si tiene temperamento se dice de ella que “está encastada en Santa Coloma, que tiene mucho que torear” o “ una mujer con mucho peligro”. También el hombre dice chulescamente cuando no ha sabido conquistar a una mujer:  “que  la chica no tenía un pase”, seguramente para disimular que “es novillero” y no supo lidiar la res  debidamente (dicho sea esto con el máximo respeto a las mujeres que hoy nos alumbran hoy aquí con su presencia).
Antes del tercio de varas (que por supuesto supone un castigo para bajarle los humos al “toro”), el torero o el conquistador, “cambia la seda por el percal”, “trastea al toro” y “brega” con él, “lo templa y lo para”. “Está al quite” para no “sufrir una cornada”. Con frecuencia “cambiamos de tercio” para hacer otra cosa, como poner banderillas (que también es un castigo) “citando en corto y por derecho” o “a toro parado”. Al “toro” o mujer, se le puede hacer una “faena de aliño” con  “los trastos de matar”, “quedándose en la cara del toro” y “recreándose en la suerte”,  haciendo “una faena cumbre” , “cruzándose”, llevando al “toro” (o sea a la mujer)  “con la muleta baja” , o utilizar aquella frase que popularizó Joselito El Gallo  dirigida a uno de su peones de confianza: “Blanquet, un  capotazo y fuera “, frase que indica una acción hecha con brevedad sin dar cabida a ningún tipo de adorno o detenimiento.
Al conquistador se le puede “quedar el toro en la querencia “. Con la montera el torero “hace un brindis al sol” (que es la demagogia) y “se aprieta los machos” antes de salir a la plaza. Si la mujer es difícil hay que “doblarse con ella”, “con mano izquierda”  por si “se crece en el castigo”. Pero es la suerte suprema, la última, la de matar, la que conlleva una connotación sexual mayor por aquello de que el estoque es sin duda un símbolo fálico. Ejemplos hay muchos  de todos sabidos, que por cuestión de buen gusto prefiero obviarlos.
En relación al triunfo o al fracaso en la  relación hombre-mujer se suele oír frases como estas: ”le corté las dos orejas y el rabo””me puse el mundo por montera””salí a hombros por la puerta grande“ o “le he hecho un faenón”. En esto de la lidia o “la conquista” uno puede “estar en figura”, “ser  un primer espada del cartel”, “un novillero”, “un maletilla”  y bajando mas el escalafón “un arenero”. La frase que mejor refleja el fracaso sexual del conquistador es sin duda:  “le dieron los tres avisos y le devolvieron el toro vivo a los corrales”.
Seguro que habrá alguna mujer aquí presente que con estas reflexiones lingüísticas mías me tache de machista  y posiblemente no le faltará razón, aunque créanme, es solo una apariencia. No obstante diré en mi defensa, que todo esto es una plasmación de una curiosa realidad cotidiana que a diario oímos a nuestro alrededor  y que merece ser observada con ojos antropológicos. No obstante admito cualquier crítica, pues como  dice ese refrán taurino: “Estocada por cornada, ni el toro ni yo nos debemos nada”.
Ustedes se preguntarán por qué razón el hombre asocia a la mujer con el toro. Pues bien, esta trasposición del vocabulario taurino en las relaciones eróticas entre hombres y mujeres, dice el profesor Enrique Tierno Galván, que surgen de la elemental y primigenia oposición entre el macho y la hembra. Es la  eterna tensión entre lo masculino y lo femenino. Él lo llama  graciosamente “la metátesis tauroerótica”. Tierno Galván explica el hecho de que los españoles veamos la conquista y logro de una mujer como la conquista y el vencimiento de un toro bravo, porque “el hombre ve a la mujer como a una entidad rebelde y bravía a la que hay que domeñar por los mismos medios y técnica  que se emplean en la brega taurina”.
Por otro lado, el periodista y aficionado a la Fiesta, Carlos Abellá, en su libro “Derecho al toro”, al referirse a este tema concluye en la teoría de que: “esto no es despreciar a la mujer. Al contrario, la identificación mental con el torero frente al toro al hablar de mujeres, es producto de un cierto y evidente complejo de inferioridad masculino, en el que por un lado se pretende demostrar una superioridad frente al toro (la mujer), que al mismo tiempo provoca un considerable e irracional temor, como el que sólo se le tiene a quien consideramos superior”.
Lo cierto es que la Fiesta de los Toros  no ha dejado indiferentes a los españoles en ninguna época. Y a pesar de lo que digan sus detractores, la cultura del toro es nuestra gran fiesta nacional. Así lo ha vivido este país hispánico a lo largo de los siglos, sobre la piel de toro en este ruedo ibérico en que vivimos.  José María de Cossío  dice que “al fin y al cabo, la corrida de toros es, en su última esencia un misterio religioso, el sacrificio de un dios (totemizado el toro) por un sacerdote (el torero) ante una masa de fieles que palpita, grita, participa, enronquece, se embriaga de pasión, de sangre, de entusiasmo y de sol frenético, en catarsis dramática y feroz. La corrida de toros es el único espectáculo verdaderamente clásico, mágico, grandioso y auténtico que se conserva en el mundo”.
Son innumerables las metáforas  que definen la relación misteriosa entre el hombre y el toro: destino trágico, dolor, virilidad, ambición, triunfo, derrota, amor, deseo, nobleza... Todo está aquí: es la filosofía popular española. Nuestra actitud  ante las tres heridas: la de la vida, la del amor y la de la muerte...
Pero todo esto, tiene su inicio en  el campo, y se forja lentamente, como los metales en la fragua. Lentamente, en la soledad y el silencio de las dehesas verdes y ocres, interminables, de la España brava, donde el toro tiene aun su gran templo sagrado. El campo




2 comentarios:

  1. Es de admirar, Rafa, cómo el vocabulario español se enriquece de connotaciones taurinas...
    Muy interesante.

    He vuelto tras ver las dos corridas (sábado y domingo)En Las Ventas. Esto de ir a ver toros a Madrid sí que es ir a ver lo que no esperas: la corrida anunciada de Adelaida Rodriguez del día 1, la devolvieron integra, y de la del domingo echaron tres toros sustituidos por otros tres del Conde de Mayalde. Nuestro torero, José Luis Moreno perdió la puerta grande por la espada, como siempre. Una pena. ¡Con lo buen torero que es...!

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  2. Hola querido amigo. Ya te echaba en falta. Ayer vi la corrida goyesca por el canal autonómico. Aguantar a esos dos comentaristas es una auténtica tortura. NO puedo con ellos. Dos tontos en apuros...Vi lo de MOreno. Tiene que darle al carretón y concentrarse y coger seguridad al entrar a matar. Le falta eso pues de arte y valor esta sobrado. Bueno hoy he terminado cone sto de la Antropología que parecía que no iba a acabar nunca. Espero que te haya gustado. UN fuerte abrazo

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