Por El Zubi
El 10 de agosto de 1974 el Ministerio de la Gobernación, a la sazón dirigido por Carlos Arias Navarro, decretó la suspensión del artículo 49 párrafo C del Reglamento Taurino que prohibía torear a pie a las mujeres en España desde hacía 34 años. Y esta fue una batalla ganada sólo y exclusivamente por una torera brava, luchadora y con agallas llamada Ángela Hernández, una mujer con mucho mérito y carácter, que tal vez no pasará a la historia de la tauromaquia femenina por sus cualidades artísticas, pero si lo ha hecho en virtud a su gran afición, decisión, audacia y perseverancia, pues gracias a ella las mujeres pudieron conseguir de nuevo el derecho a torear a pie en España. No obstante, y en honor a la justicia hay que decir, que Ángela tuvo lo que muchos toreros de hoy en día no tienen: una enorme afición, una bravura y un valor de titanes y una gran técnica adquirida en el ejercicio de la profesión. Los elementos esenciales para ser un gran torero. Fueron unos tiempos muy difíciles para las mujeres que querían torear y sin embargo, la alicantina tuvo las agallas de no desfallecer y la fortaleza de los elegidos para luchar por lo que creían con la fuerza del corazón. Estamos habando de un caso excepcional: de una mujer con corazón de león. La batalla de Ángela en los despachos oficiales y en los tribunales de justicia fue tal vez más grande que la realizada en los ruedos, y todas las mujeres que desde entonces han toreado y torean en España tienen y tendrán una deuda impagable con ella, con esta valiente y rubia alicantina, torera donde las haya. Su cruzada en los tribunales la hizo de la mano del abogado José Briones (hermano de Carlos Briones director entonces de El Ruedo), que la inició el 29 de febrero de 1972 cuando presentó la petición de Ángela reclamando su derecho a torear a tres entidades: al presidente del Sindicato Nacional del Espectáculo, al Ministro de la Gobernación y un tercer escrito al Ministro de Trabajo. Fueron cerca de tres años de tiras y aflojas, de lanzarse uno a otro la pelota a su tejado, de mentiras, de capotazos, desplantes, de adhesiones, recogidas de firmas entre toreros, ganaderos y empresarios, contradicciones, de marear papeles... hasta que Carlos Arias Navarro la autorizó. Fue un sábado de mediados de agosto de 1974, cuando hacia las ocho de la tarde, la Agencia de noticias CIFRA transmitía por sus teletipos esta noticia: “LAS MUJERES PODRAN SER TOREROS”. Así fue como el 12 de agosto aparecía en la página 16.608 y 16.609 del número 192 del B.O.E. la orden 15.701, de 10 de agosto de 1974, por la que se suprimían las limitaciones impuestas a la mujer para participar en los espectáculos taurinos, suprimiendo el párrafo segundo del apartado C del artículo 49 del Reglamento de Espectáculos Taurinos. Ángela ya podía torear.
Maria de los Ángeles Hernández Gómez, nació en Alicante el 2 de agosto de 1946. Se crió en Algeciras donde su padre prestaba servicio como Guardia Civil. Quedó huérfana de padre y madre a los quince años. Menor de seis hermanos trabajó duro en el campo, recogiendo tomates y vendiendo patatas, así como “parisién” en las playas algecireñas y repartiendo periódicos a domicilio. Así lo recuerda ella: “me crié en un cuartel. Mi padre me llevaba a la plaza de toros con el piquete. Allí conocí a Paquito Esplá, que me dio las primeras lecciones de toreo. También me han ayudado Enrique Beltrán y Manzanares, padre de José Mari”. Con 16 años se va a Madrid, allí consigue trabajar como extra en algunas películas: “fue por entonces cuando doble a Marisol”. Años más tarde hizo de Claudia Cardinale en “Las Petroleras” doblando a la actriz italiana en las escenas mas arriesgadas y también en el rodaje de “Las Amazonas” película protagonizada por el hijo de Robert Mitchum. Se prepara en Sevilla como rejoneadora en el campo, en la finca de Muñoz Guerra, en Trebujena. Forma pareja como rejoneadora con Amalia Gabor y actúan con éxito en Sevilla, Marbella, Puerto de Santa María, Manzanares, Segovia, Andorra y algunas plazas de Francia. En 1965 ya es una reputada rejoneadora, pero tiene la espina clavada de no poder hacer lo que mas le gusta que es torear a pie. Por eso se va a Hispanoamérica donde el público se entusiasma con ella llamándola cariñosamente Angelita o Angelilla.
A su regreso de Sudamérica inicia su batalla en los tribunales para poder torear a pie. Pasa un clavario, perdiendo muchos contratos y estando casi tres años en el dique seco. El 3 de abril de 1973 varios diarios, como La Voz de Asturias publicaban la siguiente noticia: “El Cordobés, a través de Paco Ruiz apoderará a Ángela Hernández”. Y Manuel Benítez se convierte en su mejor mentor y protector ayudándola desde entonces siempre que pudo. Debutó en España como torera a pie el 15 de septiembre de 1974, en un festival en Jerez de los Caballeros, con Antonio Lebrija, Pepe Cámara, Antonio Medina y el malogrado José Cubero “Yiyo”, con novillos de Martín Berrocal y Prieto de la Cal. Cortó las orejas de su enemigo ese día. A partir de ahí cosecho innumerables éxitos tanto en España como en Francia y América. En Córdoba se presentó el 1 de junio de 1975 con novillos de Ana Romero, alternando en los carteles con Tomás Moreno “El Tempranillo”, de Belmez, y Antonio Beneto “El Mesías” de Córdoba. A ella se le anuncia como torera de Algeciras, cuando en realidad es nacida en Alicante. Su actuación no defraudó pues conquistó al público cordobés con su valor y su entrega.
Ángela Hernández tuvo varios percances graves en los ruedos a lo largo de su carrera, como el ocurrido en Elche y Jerez. También tuvo un grave accidente de coche. Pero el percance más grave fue el ocurrido en Huesca el 14 de agosto de 1975: una fisura en la quinta vértebra lumbar le causó una parálisis en las piernas. Operada con éxito tardó tres años en recuperarse tras pasar un año atada a una silla de ruedas. Toreó por última vez en España el 19 de junio de 1977 en San Sebastián de los Reyes (Madrid), muy mermada ya en sus facultades por las tremendas cogidas que sufrió a lo largo de su carrera. Toreó 300 corridas en su larga y accidentada carrera. Tuvo 17 percances y dejó una estela muy digna como torera brava y valiente, sobre todo por ser la primera mujer que toreó con picadores tras el permiso de 1974. Entró en sorteo con los hombres sin ninguna ventaja por ser mujer y toreó en las plazas más señeras de España. Ángela en la actualidad sigue ligada al mundo del toro, pues es la mayoral de la ganadería de reses bravas de doña Maria Palma en El Garrobo, cerca de Guillena (Sevilla).
Maria de los Ángeles Hernández Gómez, nació en Alicante el 2 de agosto de 1946. Se crió en Algeciras donde su padre prestaba servicio como Guardia Civil. Quedó huérfana de padre y madre a los quince años. Menor de seis hermanos trabajó duro en el campo, recogiendo tomates y vendiendo patatas, así como “parisién” en las playas algecireñas y repartiendo periódicos a domicilio. Así lo recuerda ella: “me crié en un cuartel. Mi padre me llevaba a la plaza de toros con el piquete. Allí conocí a Paquito Esplá, que me dio las primeras lecciones de toreo. También me han ayudado Enrique Beltrán y Manzanares, padre de José Mari”. Con 16 años se va a Madrid, allí consigue trabajar como extra en algunas películas: “fue por entonces cuando doble a Marisol”. Años más tarde hizo de Claudia Cardinale en “Las Petroleras” doblando a la actriz italiana en las escenas mas arriesgadas y también en el rodaje de “Las Amazonas” película protagonizada por el hijo de Robert Mitchum. Se prepara en Sevilla como rejoneadora en el campo, en la finca de Muñoz Guerra, en Trebujena. Forma pareja como rejoneadora con Amalia Gabor y actúan con éxito en Sevilla, Marbella, Puerto de Santa María, Manzanares, Segovia, Andorra y algunas plazas de Francia. En 1965 ya es una reputada rejoneadora, pero tiene la espina clavada de no poder hacer lo que mas le gusta que es torear a pie. Por eso se va a Hispanoamérica donde el público se entusiasma con ella llamándola cariñosamente Angelita o Angelilla.
A su regreso de Sudamérica inicia su batalla en los tribunales para poder torear a pie. Pasa un clavario, perdiendo muchos contratos y estando casi tres años en el dique seco. El 3 de abril de 1973 varios diarios, como La Voz de Asturias publicaban la siguiente noticia: “El Cordobés, a través de Paco Ruiz apoderará a Ángela Hernández”. Y Manuel Benítez se convierte en su mejor mentor y protector ayudándola desde entonces siempre que pudo. Debutó en España como torera a pie el 15 de septiembre de 1974, en un festival en Jerez de los Caballeros, con Antonio Lebrija, Pepe Cámara, Antonio Medina y el malogrado José Cubero “Yiyo”, con novillos de Martín Berrocal y Prieto de la Cal. Cortó las orejas de su enemigo ese día. A partir de ahí cosecho innumerables éxitos tanto en España como en Francia y América. En Córdoba se presentó el 1 de junio de 1975 con novillos de Ana Romero, alternando en los carteles con Tomás Moreno “El Tempranillo”, de Belmez, y Antonio Beneto “El Mesías” de Córdoba. A ella se le anuncia como torera de Algeciras, cuando en realidad es nacida en Alicante. Su actuación no defraudó pues conquistó al público cordobés con su valor y su entrega.
Ángela Hernández tuvo varios percances graves en los ruedos a lo largo de su carrera, como el ocurrido en Elche y Jerez. También tuvo un grave accidente de coche. Pero el percance más grave fue el ocurrido en Huesca el 14 de agosto de 1975: una fisura en la quinta vértebra lumbar le causó una parálisis en las piernas. Operada con éxito tardó tres años en recuperarse tras pasar un año atada a una silla de ruedas. Toreó por última vez en España el 19 de junio de 1977 en San Sebastián de los Reyes (Madrid), muy mermada ya en sus facultades por las tremendas cogidas que sufrió a lo largo de su carrera. Toreó 300 corridas en su larga y accidentada carrera. Tuvo 17 percances y dejó una estela muy digna como torera brava y valiente, sobre todo por ser la primera mujer que toreó con picadores tras el permiso de 1974. Entró en sorteo con los hombres sin ninguna ventaja por ser mujer y toreó en las plazas más señeras de España. Ángela en la actualidad sigue ligada al mundo del toro, pues es la mayoral de la ganadería de reses bravas de doña Maria Palma en El Garrobo, cerca de Guillena (Sevilla).
"... Un sábado hacia las ocho de la tarde cuando la Agencia CIFRA..."
ResponderEliminar"...12 de agosto del 74. Páginas tal y cual de B.O.E. número 192..."
Ahí, con precisión de agudo leguleyo. No será tu amigo El Mayoral quien te contradiga...
Hasta mañana
Perdona la profusión de datos, pero como existen crei conveniente darlos, pues un escrito documentado aporta credibilidad y verdad a las historias. Un abrazo
ResponderEliminarEn contra de la opinion del Mayoral, me parece un trabajo serio y bien documentado. Seguí de cerca todo el proceso y en pocas lineas ha resumido perfectamente las actuaciones realizadas para que las mujeres pudieran torear. De las toreras que se beneficiaron de la labor de Angela, sólo he oido a Maribel Atienzar, un reconocimiento justo. Seguro que el resto lo omite, posiblemente por ignorancia.
ResponderEliminarEl Zubi pone las cosas en su justo término. Felicidades
Gracias querida por tu comentario. Yo creo que los toros no piden el carnet de identidad a nadie: seas mujer u hombre si te cogen te mandan al hule o al otro mundo. Por tanto la tauromaquia no es solo cosa de hombres, pues las mujeres pueden tener igual o mas valor que los hombres en cualquier corcunstancias y esto de torear es cuaestión de técnica, valor e inteligencia y cualquier mujer puede tener eso. Maribel Atienzar fue una de las mejores toreras de aquella generación. La maltrataron sus propios compañeros y los empresarios taurinos hasta que la aburrieron, pero tenía una magia y una elegancia toreando que ya hubieran querido para si muchos toreros de la época. Hubo mas mujeres toreras en aquellos años y lo explico en mi blog en el capítulo dedicado a "Las mujeres en los toros: desde sus origenes a nuestros dias". Bueno...un cordial saludo y gracias por visitar mi blog
ResponderEliminarSe está celebrando en Buitrago del Lozoya una exposición sobre la vida de Angela Hernadez, que es digna de ver.
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