Plaza: Los Califas. Un cuarto de entrada en tarde de agradable temperatura.
Ganado: Cinco toros de Luis Terrón, bien presentados (uno pesó 570 kilos) de juego desigual.
Pablo Hermoso de Mendoza: dos pinchazos y rejón (palmas) y pinchazo, rejón y tres descabellos pie a tierra (silencio).
Leonardo Hernández: pinchazo descordando al animal (ovación tras petición) y cinco pinchazos y rejón (silencio).
Manuel Manzanares: pinchazo y rejón (ovación) y cuatro pinchazos y rejón (silencio).
Ladislao Rodriguez Galán
No cabe duda que esto está muy complicado. Desde hace muchos años la corrida de rejones que cierra la feria taurina, ha supuesto un balón de oxigeno para la empresa. En festejos de rejones anteriores, los amantes del caballo acudían en gran cantidad a la plaza y daba gusto ver los tendidos cubiertos en sus tres cuartas partes. La gente se divertía y de esta manera se echaba el cerrojo a la feria.
Sin embargo esta tarde, con poco más de un cuarto de entrada, la imagen de Los Califas era de pena. Tres rejoneadores de tronío no han sido capaces de aglutinar a más gente de la que va a una boda. La crisis? El Córdoba C.F. que se la jugaba a la misma hora en El Arcángel?...vaya Vd. a saber. El caso es que nuestra feria taurina ha terminado como comenzó, mostrando su lado más gris y desangelado.
Con el panorama que se vislumbraba en la plaza es de entender que el desánimo influyera en la actuación de los tres caballeros, que erraron hasta la exasperación en la suerte suprema. Hermoso de Mendoza, que cotiza en alza en la bolsa taurina, ha pasado por Córdoba como una exhalación. Estuvo mal ? Pues no. Entonces bien? No es eso. Clavó banderillas cortas y largas, toreó de costadillo a sus enemigos, pero se palpaba que no estaba el hombre, cómodo…o llámese como se quiera. El caso es que se le recuerdan otras actuaciones por estos pagos de muchísimo mérito. No hoy, que se dejó tocar las cabalgaduras en exceso. Sencillamente no tenía su tarde.
Leonardo Hernández, otro león en lo suyo, estuvo muy decidido en su primer enemigo, de cuyos encuentros salía con arriesgadas piruetas. Sus banderillas largas, incluido un par a dos manos, y las cortas levantaron olés en los tendidos. Pero la temperatura subió al colocar en todo lo alto tres cortas al violín. Todo lo echó a rodar al descordar al animal con el rejón de muerte. En el quinto volvió a plantear una actuación muy similar en la entrega y disposición. Levantó los ánimos del respetable con banderillas al quiebro y toreando de costadillo. Al final todo se diluyó por su torpeza con el rejón de muerte.
Debutaba en nuestra plaza Manuel Manzanares, que no las tuvo todas consigo, no por el ganado, si no por su propia bisoñez. Quiso hacer de todo y el resultado fue más bien pobre. Para encelar en el caballo a su primer enemigo, que daba síntomas de manso, tardó un disparate. Posteriormente al clavar rejones, banderillas y arponcillos, dejó entrever su escaso rodaje. En muchos encuentros, topaba la res con la cabalgadura y cuando tomó el rejón definitivo, la cosa se prolongó. En el que cerraba plaza y feria, la misma imagen. Con la diferencia que lo empeoró mucho mas con el rejón de muerte.
En resumen un final de feria tal como comenzó, con algunos detalles sueltos, poco público y menos mal que, por lo menos, esta tarde no hacía el frío invernal del pasado día 20.
Ganado: Cinco toros de Luis Terrón, bien presentados (uno pesó 570 kilos) de juego desigual.
Pablo Hermoso de Mendoza: dos pinchazos y rejón (palmas) y pinchazo, rejón y tres descabellos pie a tierra (silencio).
Leonardo Hernández: pinchazo descordando al animal (ovación tras petición) y cinco pinchazos y rejón (silencio).
Manuel Manzanares: pinchazo y rejón (ovación) y cuatro pinchazos y rejón (silencio).
Ladislao Rodriguez Galán
No cabe duda que esto está muy complicado. Desde hace muchos años la corrida de rejones que cierra la feria taurina, ha supuesto un balón de oxigeno para la empresa. En festejos de rejones anteriores, los amantes del caballo acudían en gran cantidad a la plaza y daba gusto ver los tendidos cubiertos en sus tres cuartas partes. La gente se divertía y de esta manera se echaba el cerrojo a la feria.
Sin embargo esta tarde, con poco más de un cuarto de entrada, la imagen de Los Califas era de pena. Tres rejoneadores de tronío no han sido capaces de aglutinar a más gente de la que va a una boda. La crisis? El Córdoba C.F. que se la jugaba a la misma hora en El Arcángel?...vaya Vd. a saber. El caso es que nuestra feria taurina ha terminado como comenzó, mostrando su lado más gris y desangelado.
Con el panorama que se vislumbraba en la plaza es de entender que el desánimo influyera en la actuación de los tres caballeros, que erraron hasta la exasperación en la suerte suprema. Hermoso de Mendoza, que cotiza en alza en la bolsa taurina, ha pasado por Córdoba como una exhalación. Estuvo mal ? Pues no. Entonces bien? No es eso. Clavó banderillas cortas y largas, toreó de costadillo a sus enemigos, pero se palpaba que no estaba el hombre, cómodo…o llámese como se quiera. El caso es que se le recuerdan otras actuaciones por estos pagos de muchísimo mérito. No hoy, que se dejó tocar las cabalgaduras en exceso. Sencillamente no tenía su tarde.
Leonardo Hernández, otro león en lo suyo, estuvo muy decidido en su primer enemigo, de cuyos encuentros salía con arriesgadas piruetas. Sus banderillas largas, incluido un par a dos manos, y las cortas levantaron olés en los tendidos. Pero la temperatura subió al colocar en todo lo alto tres cortas al violín. Todo lo echó a rodar al descordar al animal con el rejón de muerte. En el quinto volvió a plantear una actuación muy similar en la entrega y disposición. Levantó los ánimos del respetable con banderillas al quiebro y toreando de costadillo. Al final todo se diluyó por su torpeza con el rejón de muerte.
Debutaba en nuestra plaza Manuel Manzanares, que no las tuvo todas consigo, no por el ganado, si no por su propia bisoñez. Quiso hacer de todo y el resultado fue más bien pobre. Para encelar en el caballo a su primer enemigo, que daba síntomas de manso, tardó un disparate. Posteriormente al clavar rejones, banderillas y arponcillos, dejó entrever su escaso rodaje. En muchos encuentros, topaba la res con la cabalgadura y cuando tomó el rejón definitivo, la cosa se prolongó. En el que cerraba plaza y feria, la misma imagen. Con la diferencia que lo empeoró mucho mas con el rejón de muerte.
En resumen un final de feria tal como comenzó, con algunos detalles sueltos, poco público y menos mal que, por lo menos, esta tarde no hacía el frío invernal del pasado día 20.
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