Ni lo desapacible del día, con fuerte viento incluido, pudieron con las ganas y el ánimo del puñado de alumnos de la Escuela taurina de Lucena que, con sus profesores al frente, se desplazaron a la ganadería de Madroñiz para recibir una clase práctica.
El ganadero José García Guillén, todo amable, les había apartado media docena de becerras para que los chavales se hartaran de torear y lo pasaran en grande, pues de eso se trataba: torear cuanto más mejor.
Dirigió las tareas de tienta el matador de toros Sergio Sanz, quien, una vez más, demostró sus buenas artes para realizar un trabajo impecable. En esta labor estuvo ayudado por los novilleros Miguel Ángel Moreno, de Lorca y el novillero cordobés Rafael Reyes, que está anunciado en la próxima feria de mayo cordobesa. Los tres pararon las becerras y, éstas, tras entrar al caballo repetidas veces pasaron a la jurisdicción de los jóvenes alumnos que dejaron constancia de su buen hacer a pesar de su bisoñez.
Las nubes no descargaron y la jornada se desarrolló magnificamente. Las becerras sirvieron todas, como es habitual en este hierro, y los chavales se quedaron con más ganas de seguir toreando. Y es que lo de Madroñiz sale de “durce” y da pena irse de la finca.-
El ganadero José García Guillén, todo amable, les había apartado media docena de becerras para que los chavales se hartaran de torear y lo pasaran en grande, pues de eso se trataba: torear cuanto más mejor.
Dirigió las tareas de tienta el matador de toros Sergio Sanz, quien, una vez más, demostró sus buenas artes para realizar un trabajo impecable. En esta labor estuvo ayudado por los novilleros Miguel Ángel Moreno, de Lorca y el novillero cordobés Rafael Reyes, que está anunciado en la próxima feria de mayo cordobesa. Los tres pararon las becerras y, éstas, tras entrar al caballo repetidas veces pasaron a la jurisdicción de los jóvenes alumnos que dejaron constancia de su buen hacer a pesar de su bisoñez.
Las nubes no descargaron y la jornada se desarrolló magnificamente. Las becerras sirvieron todas, como es habitual en este hierro, y los chavales se quedaron con más ganas de seguir toreando. Y es que lo de Madroñiz sale de “durce” y da pena irse de la finca.-
L.R.G.
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