Miércoles 21 de abril. 13ª de Feria, tercera de farolillos. Plaza de la Maestranza: cartel de no hay billetes. Se lidiaron 8 toros, siete de la ganadería del Puerto de San Lorenzo (encaste Atanasio Fernández/Conde de la Corte), en Salamanca y uno de Guadalest. Corrida de irregular presentación. El encierro fue manso, sin casta, sin clase y sin fuerza. Abrieron plaza: Enrique Ponce (Silencio y silencio), Manuel Jesús El Cid (aplausos y petición de oreja con vuelta al ruedo) y Alejandro Talavante (Aplausos y saludo desde el tercio y silencio).
Por El Zubi
Ocurrió durante la lidia del sexto toro, que salía del caballo suelto y sin ganas de pelea. El público de la Maestranza muy discreto y educado siempre, estaba ya muy aburrido y deseando que la cosa acabara, después de aguantar en los tendidos una tarde lluviosa y gris y una corrida más mansa que los cabestros que estaban en los chiqueros. En uno de esos silencios que sólo se viven en la Maestranza, desde los tendidos de sol sonó una voz fuerte y recia que dijo como una sentencia: “Canorea… ¿dónde has comprado los toros… en los chinos…? La carcajada y la ovación cerrada fue de toda la plaza que agradecía así una gota de humor en una tarde tediosa y amargante, pues toros mas malos… los de Palha y Victorino de hace unos días. Y es que el sentido del humor es lo último que se puede perder en esta vida y además es un síntoma de inteligencia. Y si se muestra en una plaza de toros… es la voz del pueblo la que habla con su sabiduría por si sola. Hay que decir que en esta corrida se han visto algunas cosas positivas también. Por un lado hemos visto al mexicano Arturo Macías “El Cejas” en el callejón… vestido de ciudadano, muy sonriente y bastante recuperado del cornalón que le dio el toro de Palha el otro día. Estos toreros están hechos de una pasta especial, como si fueran de goma… Por otro lado también hemos presenciado el inicio de la recuperación de Manuel Jesús El Cid que casi consigue una oreja al segundo de su lote, el único toro potable de toda la corrida. El público se Sevilla es que es muy buena gente, pues estuvo toda la tarde animando al torero de Salteras, como empujándole, casi toreando ellos desde los tendidos… para que salga pronto de ese bache psicológico en el que se encuentra… y casi lo logran… o al menos podemos decir que ha comenzado la recuperación de El Cid. Pero empecemos por el principio.
Una corrida de toros esta del Puerto de San Lorenzo infumable, como sacada de una de esas tiendas de los chinos de todo a un euro. Salieron dos sobreros, los dos correspondientes al lote que le cayó por mala suerte a Enrique Ponce que no tuvo opciones con ninguno de los dos ya que fueron dos auténticos bueyes. A mi me da… que el mayoral de la ganadería salmantina se equivocó en el embarque de la corrida. Como si lo hubieran hecho de noche, y ya se sabe… de noche se ve poco y todos los gatos son pardos, y metió, sin darse cuenta claro…, no a dos gatos sino a dos de los bueyes cabestreros que tenían por allí para manejar el ganado. Pues nada que fueron lidiados en La Maestranza como si fueran toros de verdad. El primer toro de Ponce es que se caía nada mas mirarlo. Un torito de chocolate y como ayer a pesar de la lluvia hacia cierto calorcito primaveral, pues se ve que al toro se le doblaban las patas porque era un toro de mentira, un toro de chocolate. Lo echaron para atrás… y le sacan a Ponce un toro que era como he dicho antes un buey, de nombre “Gañaflero” colorado regordío de 597 kilos, y mas grande que un caballo de cartón de los de antiguamente. La cosa es que el buey tenía mala leche y miraba mucho al torero…tanto que cuando salía de la muleta lo intentaba cazar. No tenía clase ninguna, pues se cruzaba cuando salía de los engaños. Lo probó por la derecha e iba muy mal. Lo probó por la izquierda… y nada igual que por la derecha. Ponce se fue por la espada y le dio media estocada y dos descabellos. Silencio.
Su segundo, cuarto en la lidia, perdía las manos y se caía mas que una señorita de dieciséis años en su puesta de largo. Vamos que el toro era un inválido absoluto a quien el ganadero o el empresario podría haber puesto en la Puerta del Príncipe a vender lotería, estampitas del Cristo del Gran Poder o de la Macarena o algo así… y seguro que hubiera pasado desapercibido. Claro… lo echaron para atrás, y en esos momentos de la corrida salió el arco iris en el cielo y el público que ya estaba muy aburrido señalaba con sus deditos el fenómeno meteorológico que nos venía a decir que la lluvia se iba. Todos pensaron que era una señal del cielo, un augurio de que la corrida iba a cambiar de signo y que ahora iba a salir un sobrero muy bueno. Y salió “Rinconcito” un buey negro bragao de 555 kilos, que al principio parecía un toro pues empujaba mucho en el caballo pero como toro mentiroso que era, se declaró descaradamente manso de solemnidad. Enrique Ponce tenía un cabreo enorme pues maldecía públicamente su mala suerte. Para picarlo tuvieron serias dificultades hasta que le taparon la salida y pudieron darle por fin un poco de café… a ver si se despabilaba y se volvía toro en vez de buey. Pero los milagros no se prodigan mucho en estos tiempos tan descreídos. Ponce comienza a acercarse al todavía toro “Rinconcito” y el toro tiró el disfraz y salió corriendo. Ponce no podía creerse lo que le estaba pasando. El toro era un buey más grande que un dromedario. Intentó taparle la cara con la muleta para fijarle la embestida y el animalito como era un buey y no un toro…pues protestaba mucho. El torero se vio impotente pues con una cosa así no había nada que hacer…y se fue a por la espada. Ese fue otro problema en el que él no había reparado. La altura del bicho le impedía entrar a matar pues lo intentó en falso cuatro veces. La primera fue media desprendida y muy tendida y casi de milagro, pues es que no llegaba. El torero comenzó a impacientarse pues estaba pasando un trago difícil ya que le habían dado un aviso. Optó por descabellarlo. Dos veces lo intentó y a la segunda lo mandó al otro mundo y respiró. Silencio. Se fueron los bueyes.
Si hay que buscar un triunfador en esta aciaga tarde, ese fue Manuel Jesús El Cid que ayer volvió a encontrarse a sí mismo ya que estuvo voluntarioso y con ganas en su dos toros. El primer toro fue un manso al que logró darle unas buenas tandas de derechazos pero en la cuarta tanda el toro se vino a bajo y dijo que ya estaba para el arrastre….que le habían dado ya muchos pases. Un pinchazo media estocada y dos descabellos fueron suficientes para mandarlo al sueño eterno. Fue el segundo de su lote, quinto en la lidia, de nombre “Garlitero”, negro de 579 kilos, el único toro potable de toda la corrida. Un toro bravo, encastado y con motor que se comía los engaños. Aunque estuvo mal lidiado por la cuadrilla de El Cid, fue dos veces al caballo con ambición. El Cid le dio tres tandas con la derecha con unos muletazos a gusto y sentidos. Ahí comenzó a sonar por primera vez la banda de música. El maestro Tristán hijo se iba a ir de la plaza sin estrenarse y fue El Cid el que lo puso a trabajar. Le dio otra tanda muy buena con la derecha y se lo pasó a la izquierda dándole cinco muletazos con su sello y uno de pecho que llenaron de “olés” la Maestranza. Estocada a volapié en todo lo alto y el toro cae como si el de Salteras le hubiera dado un tiro. Gran ovación y petición de oreja en los tendidos de sol. En la sombra a penas si se veían los pañuelos y en esta plaza, por desgracia pesan mas los pañuelos de sombra que los de sol… siempre ha habido clases, gente y gentecilla… y el presidente…ya se sabe, como la santa madre iglesia… a favor de los pudientes. Se llevaron al toro al desolladero entre aplausos y una fuerte pitada llenó la Maestranza además de gritos a la Presidencia de: “fuera, fuera, fuera…”. Y es que hay todavía Presidentes por las Plazas de toros del mundo, que se creen que son la reencarnación viva del mismo Dios, y olvidan que la reglamentación en este país dice que la primera oreja la otorga el público y la segunda es opción del Presidente. El Cid, animado por Pirri y por El Boni, los hombres de su cuadrilla, se decide con timidez a dar una vuelta al ruedo, emocionado y con las lágrimas en los ojos. Se sentía de nuevo torero. Sabía que había empezado su recuperación.
Quien pasó sin pena ni gloria en su última comparecencia en La Maestranza fue Alejandro Talavante. A su primer toro, a pesar de que manseaba sin escrúpulos, podía haberle cortado las orejas pero el animal se quedó sin fuelle a mitad de la faena porque sus banderilleros le habían robado todos los pases que tenía a causa de una lidia desastrosa. Lo malo del asunto es que Talavante no se había dado cuenta del faenón que le hicieron sus subalternos, y le echaba la culpa a la poca fuerza del toro. Hombre el toro de salida prometía… tenía un buen nombre: “Bilbaino” y ya se sabe… todo lo que suene a Bilbao es sinónimo de fuerza y de cojones… pero al final todo quedó en un quiero y no puedo. Talavante estuvo voluntarioso con él, le dio media estocada y un descabello y recibió los cariñosos aplausos de la afición sevillana, tantos que saludó desde el tercio. No se si después de la corrida puso firmes a sus hombres. Lo cierto es que le hicieron bien la puñeta. El segundo de su lote le duró diez minutos en el albero. Un toro soso, sin clase, descastado y sin fuerza. Le dio tres mantazos y lo despachó con un pinchazo, media estocada y dos descabellos... y a ducharse al hotel con la talega llena de billetes. Silencio. Así termino esta plomiza tarde, pesada y plomiza como la tarde lluviosa y gris que fue a pesar de que saliera el arco iris.
Bienvenido, Rafa. Ayer me preocupé un poco al no acudir a tu cita diaria. Has roto la sucesión de las corridas en tus crónicas y se echará de menos por los coleccionistas la corrida de anteayer.
ResponderEliminarLo que importa es que has vuelto a la brecha. Un abrazo
Estoy de acuerdo en casi todo, Zubi. Pero desde luego El Cid no fue el trinfador de ayer. Le puso más ánimo que en días anteriores, pero le queda mucho para ser el torero que fue.
ResponderEliminarHombre...Elias, es verdad, que El Cid no es ni sombre de lo que fue, pero es que toreros triunfadores...quien mejor estuvo por el toro quele salio fue El Cid. En realidad el triunfadorde la tarde fue esa persopna anónima del tendido de sol que le pregunto a Canorea si los toros los habria comprado en los chinos....cuanto arte y cuanta guasa hay en Sevilla. Las cvorridas de la semana de farolillos me dan mucha grima, pues en sombra solo hay gente que no entiende de toros, que solo va allí a presumir de tia o de puro y que al final perjudican a la Fiesta. En todo caso, amigo Elias gracias por leer mi crónica y por visitar mi blog.
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