Por El Zubi
LA LIDIA Y LA EDAD DE ORO DEL CARTEL
Por estos años del siglo XIX sale a la luz la mejor revista de toda esta época y que abre nuevos caminos para el futuro de la prensa taurina por su calidad en la edición y en sus cuidados contenidos. Fue el espejo en el que se mirará toda la prensa taurina del siguiente siglo. Me refiero a “La Lidia ”, editada por Julián Palacios, que tuvo la habilidad de introducir los más sofisticados medios técnicos de imprenta que había en esos años y todas las mejoras registradas en las artes gráficas y que perdurarían ya hasta bien pasada la mitad del siglo XX. Fue sin lugar a dudas el mejor periódico de la época por su calidad en el papel y su cuidada edición. Introdujo por primera vez en una publicación periódica el color, y publicó en el transcurso de su larga vida una colección de estampas con escenas taurinas a color que desde entonces han sido objeto de la especulación entre coleccionistas de diferentes siglos. Por este periódico pasaron las firmas más acreditadas: colaboraciones de escritores taurinos afamados, revisteros, aficionados y verdaderos eruditos y maestros como: Carmena y Millán, el Doctor Thebussem, Sánchez de Neira, Pascual Millán, Martos Jiménez alias “Alegrías”, Peña y Goñi, Mariano de Cavia que era conocido por el seudónimo de “Sobaquillo”... y pintores de la talla de Ángel Lizcano o Daniel Perea, que han dejado su huella en el tiempo, tanto en la revista La Lidia como en multitud de carteles taurinos.
La historia del toreo de esta época va íntimamente ligada a la historia del periódico “La Lidia ”, y otras muchas publicaciones, aprovechando el tirón de este magnífico medio de comunicación y de los adelantos técnicos en cuanto a artes gráficas se refiere, salen a la calle en busca de nuevos públicos con otras cabeceras.
3.En el primer tercio del siglo XX se sientan la bases definitivas del cartelismo taurino. “La Edad de Oro”.
Es lo que se dado en llamar la Edad de Oro del cartelismo, cuya influencia llega hasta la actualidad y cuyos dos mayores representantes son Carlos Ruano Llopis y Roberto Domingo. A partir de 1920 hay una preferencia por la escena única compuesta de forma tradicional, mas clásica que barroca. Una composición basada en la perspectiva lineal con menos elementos lingüísticos de alegorías y simbolismos. Digamos que espacio y tiempo se unifican. En cuanto a las temáticas, los temas más frecuentes son: el femenino, el retrato y los elementos simbólicos. Iconográficamente se tipifican personajes y escenas reflejo de un espíritu popular que se nutre del pasado: el majo, la maja, las manolas… El tema femenino como tema iconográfico del cartel taurino, comenzó ya a aparecer a partir de 1890. Su tratamiento varia ostensiblemente siguiendo los modos y los gustos de los diferentes períodos cronológicos. Sin duda el costumbrismo y el regionalismo serán los que mas mella producen en esta iconografía. El tema femenino pervive en la temática taurina del cartel prácticamente hasta la actualidad como veremos. Siempre la imagen de la mujer ha sido utilizada como reclamo, pero la diferencia del cartel taurino con el comercial radica en que , mientras en el cartel comercial se utiliza a la mujer como elemento erótico, provocador y seductor, en el cartel taurino no hay ni un ápice de estos elementos, sino que la mujer aparece como era introductora, recatadamente vestida y mostrando la escena de la plaza de toros. La irrupción de la mujer en el cartel publicitario en general ocurrió en el último cuarto del siglo XIX y coincidió con el desarrollo del Art Nouveau o Modernismo y Regionalismo en España. En estos años eempiezan a intervenir en el diseño de carteles taurinos, especialmente los destinados a corridas benéficas, artistas de prestigio, como Sorolla o Benlliure.
La verdadera y quizá irrepetible “Edad de Oro” del cartel taurino, del cartel de la Fiesta Nacional , transcurre desde el inicio de la Dictadura de Primo de Rivera (1923) hasta la Segunda República (1931). Recibe este nombre en función de que es en estos momentos cuando se fija y uniformiza de manera definitiva el cartel taurino, sentando las bases, las claves y características que le son propias y que perdurarán hasta la actualidad. Y en esta “Edad de Oro” del cartel taurino, hubo muchos artistas que trabajaron y aportaron buenas cosas a este género artístico, pero entre ellos destaca como una inmensa montaña entre suaves lomas, el artista alicantino Carlos Ruano Llopis, sin duda el mas grande cartelista taurino de la historia: el mas artista, el más torero, el mas castizo de los que ha habido y habrá. En este tiempo brilla y emula con él el pintor Roberto Domingo. Junto a ellos dos, también hay que citar al cordobés Julio Romero de Torres y al murciano Alcaraz, a J. Reus, Saavedra, a Antonio Casero, a García Campos, a Martínez de León (que ilustró el libro de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte), Álvarez Carmena, Ballestar, Cros Estrem y otros muchos más que hay que considerarlos mas de segunda fila al lado de Ruano y de Domingo. Dicen los entendidos que Roberto Domingo era mejor pintor que Ruano, pero por sus ascendencia francesa (nació en Francia y desde pequeño vivió en España), nunca llegó a pronunciar como Dios manda las “erres”. El genial Roberto Domingo reconoció con nobleza en 1950 (año en que murió Ruano): “...en eso del cartel, Carlos ega el númego uno”. Dicen también que Ruano canturreaba pasodobles taurinos mientras pintaba los carteles y claro... así le salían: con una fuerza y una arte contundentes. Roberto Domingo nació en Paris en 1883 y murió en Madrid en 1956. Hijo del pintor Francisco Domingo Marqués. Estuvo influenciado por el impresionismo francés y el academicismo del taller de su padre. Tuvo una gran técnica fogosa y una sintetización pictórica. Su estilo era muy suelto, sin perderse en los detalles ni en el anecdotismo, con concomitancias con el impresionismo francés y el luminismo de la escuela valenciana. Fue menos prolífico que Ruano Llopis aunque tuvo una técnica mas depurada. Su gran merito es que supo plasmar en las imágenes de sus creaciones las sensaciones. Fue un pintor muy visual y le cautivaba el análisis del efecto cromático y la investigación lumínica; una percepción sensorialista del sol y la sombra en el ruedo. Del sol deslumbrando el coso. Sus carteles huyen del protagonismo que Ruano Llopis daba a la lucha “hombre-toro”. Sus escenas eran libres, plagadas de personajes, escenas complicadas, en desorden, con mucho movimiento y gran cantidad de tipos humanos que invaden la percepción del espectador. En el cartel fechado en Bilbao en agosto de 1923, capta la velocidad de ese instante y el dinamismo del tema. Hay emoción… una tensión oculta y también mucho de “barroco” al convertir el espectáculo en pura acción: la teatralidad, el drama, la entrega y la fusión están siempre presentes en su obra. Existe un paréntesis sobre el estilismo y formas en el cartel taurino durante la guerra civil española. La escasez económica y las circunstancias convirtieron al cartel taurino en algo más austero y pragmático. Se obvian los aspectos artísticos para redundar en los aspectos informativos. Como muestras vemos entre las fotos algunos de ellos.
Querido amigo Zubi: yo sí que digo con el pintor Roberto Domingo:
ResponderEliminar¡Tú ssi que egues el núemego uno con tu vasta sabidugía...!
que chulo el post sobre la evolución del cartelismo taurino.
ResponderEliminarGracias a los dos. Comentarios como este me animan a seguir escribiendo. Mañana mas.
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