Por El Zubi
Manuel García y Cuesta “Espartero” fue un matador de toros nacido en Sevilla el 18 de enero de 1865. Murió en la plaza de toros de Madrid en 1894, cuando sólo tenía 29 años, a causa de la cornada que le dio el toro de Miura de nombre “Perdigón”. El oficio de su padre era el de espartero y de ahí le vino a él su apodo.
Torea por primera vez en Guillena en 1881, con 16 años, y participa en muchas capeas, tentaderos y en cercados, sobresaliendo desde un principio por su audacia y valor frente a los astados. Comenzó a torear como banderillero con “Cineo”, mientras seguía con sus andanzas taurinas nocturnas por cuantos cercados podía, hasta que fue sorprendido por la autoridad y termina con sus huesos en la cárcel, de donde fue sacado gracias a las buenas gestiones realizadas por el ganadero Antonio Miura. Se presentó en Sevilla como novillero en 1885, con ganado de Anastasio Martín y obtuvo un gran éxito, que le acompañó en toda su etapa novilleril. Era el torero y la promesa de Sevilla, donde toma la alternativa el 13 de septiembre de ese año con toros de Saltillo, junto a Antonio Carmona “El Gordito” que le dio el doctorado, y se lo confirmó él mismo en Zalamea la Real (Huelva) un mes más tarde con toros de Miura. Fue aquella temporada del 85 muy accidentada para “Espartero” pues recibió muchas cornadas y anduvo mucho tiempo lesionado.
En 1887 se presenta de forma apoteósica en Ronda y en ese año, el 17 de julio sufrió una grave cornada en Cabra (Córdoba) al entrar a matar a un toro de Atanasio Linares. En esta época tenía un gran cartel, entre las primeras figuras del toreo junto con Guerrita, Lagartijo y Mazzantini, con quienes compartió en muchas ocasiones carteles y rivalidades por parte de la afición. La temporada de 1891 fue la mejor de su carrera. El 29 de septiembre de ese año le dio la alternativa en Sevilla a Emilio Torres “Bombita” fundador de una dinastía de toreros.
En 1894 es contratado para torear en Madrid. Allí le aguardaba la muerte un 27 de mayo. Fue el primer toro, de la ganadería de Miura y de nombre “Perdigón”. Era colorao, ojo de perdiz, terciado y corto de cuerna, aunque bien puesto. El toro cumplió, pero se mostraba tardo y muy dolido en el castigo, tanto que se defendía mucho en el tercio de banderillas.
“Espartero” logró hacerle una gran faena a pesar de que cada vez se le acentuaba más su tendencia a defenderse, echando la cara al suelo y acostándose mucho del lado derecho. De esta forma “Perdigón” llegó a la suerte suprema. “Espartero” cuadra al animal a la altura del tendido 9 y le entra a matar al volapié, logrando darle sólo un pinchazo en buen lugar, aunque el torero salió enganchado por la entrepierna, sin más consecuencias. El torero enrabiado por el percance se fue derecho de nuevo a la cara del toro y tras darle tres pases con la derecha, lo cuadra delante del tendido 10 y con decisión, le entra de nuevo de nuevo a matar a volapié, dando hasta la mano una estocada hasta la bola, algo contraria, y con la mala fortuna de taparle la salida al animal, por lo que salió empitonado por el vientre de mala manera.
Según cuentan las crónicas periodísticas de la época, ambos, torero y toro, quedaron tendidos en el albero. El animal dando los últimos estertores y “Espartero” con las rodillas junto a la barbilla, estremecido del fuerte dolor que sintió con la cornada. Después se estiró de pronto como electrizado. Los tendidos gritaban aterrorizados de la fuerte emoción vivida en unos segundos. El ruedo se llenó de peones, mozos y toreros que corrían a auxiliar al torero herido, pero la muerte estaba ya agazapada en su herida, penetrando lentamente por cada rincón de su cuerpo.
Las asistencias lo llevaron en volandas, en alto y horizontal para que no perdiera mucha sangre. Dicen que cuando pasaban por el tendido 4, “Espartero” levantó el brazo derecho nerviosamente, lo sacudió dejándolo caer inerte a la vez que volvía la cara hacia donde estaba el toro ya muerto y se le contrajo el rostro, y tuvo un estremecimiento, una sacudida, una rigidez... Allí, mientras era llevado por las asistencias hacia la enfermería, perdió para siempre el conocimiento. En la enfermería le esperaba el doctor Marcelino Fuertes, que certificó la llegada del herido “en un estado de profundo colapso, presentando una herida penetrante en la región hipogástrica con hernia visceral, una contusión en la región esternal y clavicular izquierda. No pudiéndose hacer nada por él se le administraron los sacramentos, falleciendo el herido a las cinco y cinco minutos de la tarde”, a los veinte minutos de su ingreso en la enfermería. El cadáver fue cubierto por una sábana de la cama en la que yacía inerte y sin vida. Sin embargo, su semblante, blanco como la cera, no había perdido su sonrisa.
Tanto en Madrid como en Sevilla el entierro fue una explosión del sentimiento popular. Sus restos descansan en el cementerio de San Fernando de Sevilla. Sobre su sepultura hay una columna rota, con el plinto y parte del fuste erguido y el capitel con el resto del fuste derribado en tierra, que simboliza la vida truncada del diestro sevillano. El paso por los ruedos de “Espartero” fue como una “polvareda meteórica”, pues poseía condiciones de revolucionario del toreo, truncadas por su desgraciada muerte. Se dice que de él era la famosa frase taurina: “Más cornadas da el hambre”.
Torea por primera vez en Guillena en 1881, con 16 años, y participa en muchas capeas, tentaderos y en cercados, sobresaliendo desde un principio por su audacia y valor frente a los astados. Comenzó a torear como banderillero con “Cineo”, mientras seguía con sus andanzas taurinas nocturnas por cuantos cercados podía, hasta que fue sorprendido por la autoridad y termina con sus huesos en la cárcel, de donde fue sacado gracias a las buenas gestiones realizadas por el ganadero Antonio Miura. Se presentó en Sevilla como novillero en 1885, con ganado de Anastasio Martín y obtuvo un gran éxito, que le acompañó en toda su etapa novilleril. Era el torero y la promesa de Sevilla, donde toma la alternativa el 13 de septiembre de ese año con toros de Saltillo, junto a Antonio Carmona “El Gordito” que le dio el doctorado, y se lo confirmó él mismo en Zalamea la Real (Huelva) un mes más tarde con toros de Miura. Fue aquella temporada del 85 muy accidentada para “Espartero” pues recibió muchas cornadas y anduvo mucho tiempo lesionado.
En 1887 se presenta de forma apoteósica en Ronda y en ese año, el 17 de julio sufrió una grave cornada en Cabra (Córdoba) al entrar a matar a un toro de Atanasio Linares. En esta época tenía un gran cartel, entre las primeras figuras del toreo junto con Guerrita, Lagartijo y Mazzantini, con quienes compartió en muchas ocasiones carteles y rivalidades por parte de la afición. La temporada de 1891 fue la mejor de su carrera. El 29 de septiembre de ese año le dio la alternativa en Sevilla a Emilio Torres “Bombita” fundador de una dinastía de toreros.
En 1894 es contratado para torear en Madrid. Allí le aguardaba la muerte un 27 de mayo. Fue el primer toro, de la ganadería de Miura y de nombre “Perdigón”. Era colorao, ojo de perdiz, terciado y corto de cuerna, aunque bien puesto. El toro cumplió, pero se mostraba tardo y muy dolido en el castigo, tanto que se defendía mucho en el tercio de banderillas.
“Espartero” logró hacerle una gran faena a pesar de que cada vez se le acentuaba más su tendencia a defenderse, echando la cara al suelo y acostándose mucho del lado derecho. De esta forma “Perdigón” llegó a la suerte suprema. “Espartero” cuadra al animal a la altura del tendido 9 y le entra a matar al volapié, logrando darle sólo un pinchazo en buen lugar, aunque el torero salió enganchado por la entrepierna, sin más consecuencias. El torero enrabiado por el percance se fue derecho de nuevo a la cara del toro y tras darle tres pases con la derecha, lo cuadra delante del tendido 10 y con decisión, le entra de nuevo de nuevo a matar a volapié, dando hasta la mano una estocada hasta la bola, algo contraria, y con la mala fortuna de taparle la salida al animal, por lo que salió empitonado por el vientre de mala manera.
Según cuentan las crónicas periodísticas de la época, ambos, torero y toro, quedaron tendidos en el albero. El animal dando los últimos estertores y “Espartero” con las rodillas junto a la barbilla, estremecido del fuerte dolor que sintió con la cornada. Después se estiró de pronto como electrizado. Los tendidos gritaban aterrorizados de la fuerte emoción vivida en unos segundos. El ruedo se llenó de peones, mozos y toreros que corrían a auxiliar al torero herido, pero la muerte estaba ya agazapada en su herida, penetrando lentamente por cada rincón de su cuerpo.
Las asistencias lo llevaron en volandas, en alto y horizontal para que no perdiera mucha sangre. Dicen que cuando pasaban por el tendido 4, “Espartero” levantó el brazo derecho nerviosamente, lo sacudió dejándolo caer inerte a la vez que volvía la cara hacia donde estaba el toro ya muerto y se le contrajo el rostro, y tuvo un estremecimiento, una sacudida, una rigidez... Allí, mientras era llevado por las asistencias hacia la enfermería, perdió para siempre el conocimiento. En la enfermería le esperaba el doctor Marcelino Fuertes, que certificó la llegada del herido “en un estado de profundo colapso, presentando una herida penetrante en la región hipogástrica con hernia visceral, una contusión en la región esternal y clavicular izquierda. No pudiéndose hacer nada por él se le administraron los sacramentos, falleciendo el herido a las cinco y cinco minutos de la tarde”, a los veinte minutos de su ingreso en la enfermería. El cadáver fue cubierto por una sábana de la cama en la que yacía inerte y sin vida. Sin embargo, su semblante, blanco como la cera, no había perdido su sonrisa.
Tanto en Madrid como en Sevilla el entierro fue una explosión del sentimiento popular. Sus restos descansan en el cementerio de San Fernando de Sevilla. Sobre su sepultura hay una columna rota, con el plinto y parte del fuste erguido y el capitel con el resto del fuste derribado en tierra, que simboliza la vida truncada del diestro sevillano. El paso por los ruedos de “Espartero” fue como una “polvareda meteórica”, pues poseía condiciones de revolucionario del toreo, truncadas por su desgraciada muerte. Se dice que de él era la famosa frase taurina: “Más cornadas da el hambre”.
Que bonita la historia de Espartero.
ResponderEliminarGracias amigo lector por su comentario y por seguirme. Dentro de pocos dias publicaré la historia del novillero grandino "El Atarfeño", que es impresionante por toda la tragedia humana que con lleva. Saludos y seguimos en contacto
ResponderEliminarBuenas! No sé si yo lo he entendido mal...pero desde cuando se confirma alternativa en Zalamea la Real?
ResponderEliminarMe encanta el blog, aunque debiera tener formato libro de papel(soy carca?) para consultar más comodamente!
Hola amigo Pepito, puede que lleve razon en lo de la alternativa. De toda la vida de Dios las alternativas se confirman o en Madrid o en la México. En todo caso, este es sin duda un error de libro, y digo libro porque eso es lo que encontré en los libros consultados para escribir este pequeño reportaje sobre El Espartero. En aquellos años finales del siglo XIX, no había tanto rigor en que se confirmasen las alternativas en las dos plazas citadas. Según yo leí ebn su dia en el Cossío (T.III)con el Espartero ocurrió lo siguiente, y que trajo una gran polvareda en la prensa de la época (La Lidia, concretamente): tomó la alternativa de manos de Gordito el 13 de septiembre en Sevilla con toros de Saltillo y unos dias mas tarde, o sea el 17 torea una novillada en Zalamea la Real, recibiendo fatalmente una cornada que le impide torear durante unas semanas hasta que va a Sevilla a torear una corrida contratada el 11 de octubre, y suscita una gran polémica y duda, pues la prensa taurina dice si realmente valía ya la alternativa que le dio Gordito si después va y torea una novillada en Zalamea en la que encima resulta corneado...y donde segun la normativa pierde el derecho de ser matador. En el cartel anunciador de esa próxima corrida en Sevilla se hizo la siguiente advertencia: "Habiéndose ofrecido dudas a varios aficionados sobre si el simpático y arrojado diestro Manuel García El Espartero habia o no tomado la alternativa en la tarde del domingo 13 del mes anterior, cumple a la empresa de esta plaza manifestar que, efectivamente, al aplaudido diestro le fue dada aquella por el renombrado y célebre matador de toros Antonio Carmona Gordito, el que con mucho gusto se prestó a ello, llenandose al efecto todas las formalidades de costumbre para casos análogos; mas para que queden desvanecidas aquellas en un todo, volverá a darle la alternativa el mismo Antonio Carmona". Los toros de esta segunda alternativa fueron de Miura y nada tuvo de atropellos y achuchones su actuación, que fue muy lucida a pesar de estar lesionado de la cogida de Zalamea. Lo cierto es que Espartero tras torear en Sevilla logra presentarse en Madrid el 14 de octubre siguiente junto a Fernando El Gallo con toros de Nuñez de Prado.(Datos cogidos de El Cossio, tomo III). Nada se dice sobre la confirmación de la alternativa de El Espertero, a no ser que quede entendido por el imaginativo lector que su presentación en Madrid, fue en realidad su connfirmación de alternativa, pero no hay nada oficial en este sentido o que la segunda alternativa recibida por el mismo Gordito sirviese a su vez de confirmación. Esa es la cuestión. Espero haber disipado la duda planteada por el amigo Pepito y haber despejado cualquier atisbo de posible error documental por mi parte. Gracias por leerme y seguir los contenidos de mi blog amigo. Seguimos en contacto.
ResponderEliminarAmigo Pepito, se me olvidaba decirle, que los contenidos de este blog ya los he presentado en forma de libro en varias editoriales bajo el título HISTORIAS DE TOREROS Y TORERIAS, y que estoy a la espera de sus respuestas. Seria estupendo que se publicase pues seria un libro muy entretenido y didáctico para toda aquella persona que quiera acercarse con curiosidad al lado humano de la tauromaquia. Gracias y un saludo
ResponderEliminarINTERESANTISIMO ESTE BLOG QUE ME ENCONTRE EN LA RED .Felicito y agradezco a su autor por compartir notas taurinas reales de vida.
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