Por El Zubi
Agustín García Díaz “Malla”, fue un matador de toros nacido en Vallecas (Madrid) el 28 de agosto de 1886, que murió con 34 años en Lunel (Francia), el 4 de julio de 1920, a consecuencia de una grave cornada que le propinó un toro de la ganadería francesa de Agustín Lescot, que le partió el corazón.
Su primera profesión fue la de labrador en la hacienda de sus padres. Con 21 años decidió ser torero, mas por anhelos de fama y dinero que por vocación. Torea por vez primera en Vallecas el 17 de septiembre de 1907, alternando con su paisano Tomás Fernández “El Alfarerito” con novillos de la ganadería de don Ildefonso Gómez. Su actuación gustó mucho a pesar de sufrir un aparatoso percance ya que resultó herido en la boca de una cornada. Desde esa fecha su carrera fue ascendente, hasta que toma definitivamente su alternativa, un 27 de marzo de 1910, en Carabanchel, de manos de “Lagartijillo Chico”, con ganado de los hermanos García Aleas. El 25 de mayo de 1911 le confirma en Madrid la alternativa “Machaquito”, alternando con Vicente Pastor y Rafael Gómez “El Gallo”, en la lidia y muerte de ocho toros de Miura. Su actuación fue más bien discreta. Toreó desde entonces en las más importantes plazas de España y América. Fue, en todo caso, un torero muy castigado por los toros, circunstancia que le impidió pasar de la mitad del escalafón taurino en su época.
El 4 de julio de 1920 fue contratado para torear en Lunel (Francia), una corrida de la ganadería francesa de Agustín Lescot, alternando con José Gárate “Limeño”. El ganado resultó manso de solemnidad, ya que todos los toros lidiados sólo admitían trastearlos en la “querencia”. Agustín García “Malla” se enfrentó con valentía y voluntad al quinto toro de la tarde, negro zaino, que tomó 4 varas con codicia y mató 2 caballos, aún así, llegó al último tercio reservón y gazapeando. “Malla” comenzó su faena citando al toro de rodillas a media distancia, sin conseguir que el animal se arrancara. Dando muestras de sobrado valor, comienza a acercarse de rodillas paulatinamente al toro, quedándose temerariamente ante la cara del toro. Allí lo vuelve a citar jaleándolo con la muleta y la voz. El bicho reaccionó con un fuerte derrote de abajo a arriba, logrando enganchar al torero por el pecho, con una contundente cornada que dejó a Agustín García hecho un guiñapo, tirado en la arena. Le trasladan malherido y con urgencia a la enfermería de la plaza, donde muere pocos minutos después, ya que la cornada fue mortal de necesidad, de abajo a arriba le atravesó el corazón. Su cadáver fue trasladado desde Francia a Vallecas donde recibió sepultura. Allí reposan desde entonces sus restos.
La principal cualidad de este torero madrileño fue la valentía. Fue torero lidiador, ya que carecía de finura y elegancia. Se cuenta de él que le costaba horrores cuadrar a los toros para ejecutar la suerte suprema, que luego realizaba con mucho acierto y contundencia. Su principal defecto fue la falta de técnica y conocimiento de los toros, aunque su fama de eficiente estoqueador, suerte muy apreciada en aquella época, le valió para figurar en numerosos carteles tanto en España como en América. Así lo estuvo haciendo hasta que este toro de Lescot se lo permitió ese 4 de julio de 1920, un año en el que aún resonaban los lamentos y las lagrimas por la muerte tres meses antes en Talavera del “rey de los toreros” Joselito “El Gallo”.
Su primera profesión fue la de labrador en la hacienda de sus padres. Con 21 años decidió ser torero, mas por anhelos de fama y dinero que por vocación. Torea por vez primera en Vallecas el 17 de septiembre de 1907, alternando con su paisano Tomás Fernández “El Alfarerito” con novillos de la ganadería de don Ildefonso Gómez. Su actuación gustó mucho a pesar de sufrir un aparatoso percance ya que resultó herido en la boca de una cornada. Desde esa fecha su carrera fue ascendente, hasta que toma definitivamente su alternativa, un 27 de marzo de 1910, en Carabanchel, de manos de “Lagartijillo Chico”, con ganado de los hermanos García Aleas. El 25 de mayo de 1911 le confirma en Madrid la alternativa “Machaquito”, alternando con Vicente Pastor y Rafael Gómez “El Gallo”, en la lidia y muerte de ocho toros de Miura. Su actuación fue más bien discreta. Toreó desde entonces en las más importantes plazas de España y América. Fue, en todo caso, un torero muy castigado por los toros, circunstancia que le impidió pasar de la mitad del escalafón taurino en su época.
El 4 de julio de 1920 fue contratado para torear en Lunel (Francia), una corrida de la ganadería francesa de Agustín Lescot, alternando con José Gárate “Limeño”. El ganado resultó manso de solemnidad, ya que todos los toros lidiados sólo admitían trastearlos en la “querencia”. Agustín García “Malla” se enfrentó con valentía y voluntad al quinto toro de la tarde, negro zaino, que tomó 4 varas con codicia y mató 2 caballos, aún así, llegó al último tercio reservón y gazapeando. “Malla” comenzó su faena citando al toro de rodillas a media distancia, sin conseguir que el animal se arrancara. Dando muestras de sobrado valor, comienza a acercarse de rodillas paulatinamente al toro, quedándose temerariamente ante la cara del toro. Allí lo vuelve a citar jaleándolo con la muleta y la voz. El bicho reaccionó con un fuerte derrote de abajo a arriba, logrando enganchar al torero por el pecho, con una contundente cornada que dejó a Agustín García hecho un guiñapo, tirado en la arena. Le trasladan malherido y con urgencia a la enfermería de la plaza, donde muere pocos minutos después, ya que la cornada fue mortal de necesidad, de abajo a arriba le atravesó el corazón. Su cadáver fue trasladado desde Francia a Vallecas donde recibió sepultura. Allí reposan desde entonces sus restos.
La principal cualidad de este torero madrileño fue la valentía. Fue torero lidiador, ya que carecía de finura y elegancia. Se cuenta de él que le costaba horrores cuadrar a los toros para ejecutar la suerte suprema, que luego realizaba con mucho acierto y contundencia. Su principal defecto fue la falta de técnica y conocimiento de los toros, aunque su fama de eficiente estoqueador, suerte muy apreciada en aquella época, le valió para figurar en numerosos carteles tanto en España como en América. Así lo estuvo haciendo hasta que este toro de Lescot se lo permitió ese 4 de julio de 1920, un año en el que aún resonaban los lamentos y las lagrimas por la muerte tres meses antes en Talavera del “rey de los toreros” Joselito “El Gallo”.
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