Por El Zubi
A la sombra de esta Edad de Oro del cartel taurino surge una generación de cartelistas navarros que van a marcar los senderos en cuanto a estilo en las décadas siguientes. Habrá una transformación formal respecto al cartel tradicional y conservador, asimilando nuevas tendencias y corrientes pictóricas internacionales que influirán en todos ellos: desde el realismo costumbrista hasta cierto “luminismo” impresionista, pasando por las corrientes Art Decó para llegar a las figuras alargadas de cabeza ovaladas y afectación escultórica y hasta al neocubismo. Artistas como Lozano de Sotés, Armado, Casiano, Archa y Armeiro.
En la década de los 60, 70 y 80 hay una tendencia a la simplificación y reducción, incluso a la cómoda inclusión de fotos y retratos de los toreros a la hora de resolver una composición de cartel taurino. En todo caso la cartelería taurina emprende en esos años nuevos rumbos. A la vez que convive lo clásico (la herencia de Ruano Llopis y Roberto Domingo) con lo innovador y abstracto. Ya en el siglo XX, artistas de renombre como Pablo Picasso o Rafael Alberti o, en la actualidad, Miquel Barceló, o el sevillano Manuel Salinas, han elaborado composiciones para los carteles taurinos.
Si Carlos Ruano Llopis y Roberto Domingo, los dos artistas de la Edad de Oro, a través de los cuales el cartel taurino alcanzó su máximo esplendor entre 1923 a 1931, levantaran la cabeza y vieran el cartel anunciador de la Feria Taurina de Córdoba, pedirían un baso se agua y solicitarían con prisa morirse de nuevo del susto. Ese es el sentimiento que se apoderó de mi hace ya algunos días cuando lo vi por primera vez. No sé quien es el autor, pero no me extrañaría que lo hubiera concebido algún nieto o sobrino del empresario González de Caldas, o algún niño familiar de algún concejal del Ayuntamiento de Córdoba. El cartel…si lo miran bien es, sobre un fondo rojo chillón, se representa con tintas planas, a un toro blanco con forma de “boñiga” y cabeza de hormiga, (como una mancha de tinta blanca en un papel rojo, para que me entiendan), con unas banderillas de colorines y un infantil solecito que se antepone al anuncio de la feria. Vamos…al parecer…una cosa muy moderna y muy vanguardista.
En Sevilla ocurrió esto mismo del adefesio, el año pasado con la feria de Abril. Que unos iluminados (fueron los maestrantes, creo) levantaron una gran polvareda y escándalo público, y ampollas entre los aficionados y profesionales taurinos, eligiendo como cartel de la feria, un “trabajo de creación” del artista mallorquín Miquel Barceló, en el que se representaba a un toro destartalado bocabajo, como cayendo a plomo desde el cielo, herido de muerte atravesado cruelmente por una gruesa flecha o lanza roja, sin ningún símbolo taurino a su alrededor y todo sobre un fondo de cartel de color amarillo chillón, con el mal gafe que ese color da a los toreros. Como es natural el gafe se apoderó de la Feria de Abril del 2008, que fue un desastre y el cartel tuvo varias utilidades, ya que a la vez que sirvió para anunciar las corridas de esa temporada, fue utilizado también por la asociación antitaurina “Amnistía Animal” para sus nuevas campañas contra la Fiesta de los Toros y la inmensa crueldad de esta. Lo que quiero decir, es que con gestas como la de Barceló, ni un antitaurino lo habría expresado mejor. Este año, los maestrantes han tenido mucho cuidado y han elegido como cartel ilustrador de la feria de Sevilla un trabajo creativo del artista sevillano Manuel Salinas, en el que se muestra, dibujado a plumilla, a un toro negro corriendo de frente sobre un fondo blanco de polvo, y el escudo maestrante en sanguina en la cima de la composición. Es un cartel con un concepto vanguardista pero que no olvida la esencia de todo esto que es el toro, el mismo toro del pasado que es el del presente.
Pero es que el toro del cartel de la feria de Córdoba de este año, no es ni el toro del pasado ni del futuro, sino un torito blanco de cachondeo…tal vez representado así por el cachondeo que el empresario se ha traído a la hora de elaborar los carteles. Sin embargo, los medios de comunicación y la crítica taurina del ramo en general de Córdoba, poco han dicho sobre este enorme despropósito, y esto a mi me deja el corazón taurino lleno de desesperanza, y no puedo olvidar “La feria de los discretos” de Pío Baroja y aquella frase canalla que iba en esta novela y que dice así: “Esto no está muerto; Córdoba es un pueblo que duerme...”. Bueno pues yo al menos, que soy cordobés, no estoy dormido y protesto por el adefesio.
(Con motivo de la Semana Santa y para que ninguno de mis lectores se pierda alguna entrada de mi blog, este bloguero se tomará unos días de descanso. El próximo 5 de abril estaré con todos vosotros de nuevo, contando nuevas historias de toreros y torerías). Gracias y perdonad las posibles molestias)